Adolfo Marsillach busca jóvenes actores clásicos

Juan Matute, de 25 años, es uno de los primeros actores que se han sometido a las audiciones que a lo largo de esta semana está realizando Adolfo Marsillach para la Compañía Nacional de Teatro Clásico, que dirige desde el pasado 12 de noviembre. Las posibilidades de Matute y de la veintena de aspirantes que han respondido al anuncio de prensa publicado hace unos días consisten en formar parte del reparto de El médico de su honra, de Calderón de la Barca, obra con la que debutará la compañía en abril, o de Los locos de Valencia, de Lope de Vega, la segunda pieza incluida en los proyectos de Mar...

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Juan Matute, de 25 años, es uno de los primeros actores que se han sometido a las audiciones que a lo largo de esta semana está realizando Adolfo Marsillach para la Compañía Nacional de Teatro Clásico, que dirige desde el pasado 12 de noviembre. Las posibilidades de Matute y de la veintena de aspirantes que han respondido al anuncio de prensa publicado hace unos días consisten en formar parte del reparto de El médico de su honra, de Calderón de la Barca, obra con la que debutará la compañía en abril, o de Los locos de Valencia, de Lope de Vega, la segunda pieza incluida en los proyectos de Marsillach.

Las audiciones para dotar de actores la recién creada Compañía Nacional de Teatro Clásico han empezado con quienes han sido los primeros en interesarse por entrar en la compañía, incluso antes de la publicación del anuncio. El miércoles por la mañana, mientras otro aspirante, Manuel Ángel Egea, exhibe su dominio del verso sobre el escenario del teatro de la Comedia ante un público compuesto exclusivamente por Adolfo Marsillach, Matute ensaya su monólogo en solitario, en el oscuro vestíbulo del teatro, mientras se frota incansablemente las manos, como si de ellas pudiera surgir la fuerza para darle seguridad en la audición.Cuando llega su turno, Juan Matute entra con paso rápido por el pasillo que divide el patio de butacas y sube derecho al escenario con una bolsa de plástico llena de discos en sus manos y anuncia que ha preparado un fragmento del monólogo de Cosme en La dama duende y otro fragmento de La vida es sueño. "Para que veas cómo hago verso cómico y dramático", le advierte a Marsillach.

Seis minutos después de incursión nerviosa por La dama duende, Matute pide poder repetir: "Es que estoy muy nervioso". "Ya veo", responde Marsillach, quien con voz suave y afectuosa le asegura que si quiere puede leer, que no le interesa que sepa el texto de memoria, sino cómo dice el verso.

Pero antes de la repetición Marsillach pregunta al aspirante por su experiencia artística. "Empecé en el teatro universitario. Hice varias cosas, estuve en la mili. Luego estuve en Proceso a la sombra de un burro, rodé algo en la serie Ramón y Cajal...". "y tú ¿por qué quieres ser actor?", sigue preguntando Marsillach. "Yo estudiaba Filología. Lo dejé y me fui a periodismo", dice Matute, sin responder a lo que le preguntan. "¿Y has pasado por la Escuela de Arte Dramático?". "Sí. Estuve de oyente. Luego he estado en el Taller con José Carlos Plaza, Miguel Narros... Estuve también en El indio quiere el Bronx". "¿Has trabajado con Guillermo Heras?", pregunta, interesado, Marsillach. "Bueno, llevé la promoción de la obra".

Matute sigue nervioso sobre el escenario. Mueve su menudo cuerpo a pequeños saltitos. "Ahora, ¿qué haces?", le pregunta Marsillach. "Es posible que pueda trabajar en Negro seco, de Marisa Ares". Matute sigue contestando a las preguntas que se le formulan desde el patio de butacas: que su experiencia anterior en el verso ha consistido en sustituir a Satanás en Almagro, en el auto sacramental de El hospital de los locos, que las indicaciones que ha recibido vienen de sus profesores del Laboratorio de Teatro. Cuando insiste con los nervios, Marsillach le aconseja que procure racionalizar lo que dice, que no corte el ritmo, que se deje llevar por los acentos del verso sin enfatizarlo.

"Es suficiente"

Unos instantes de silencio, ejercicios respiratorios, y prosigue la audición hasta que un "es suficiente" da por finalizada la prueba, y Matute se va corriendo a la calle a liquidar sus nervios traidores y con la ilusión de que su recital haya interesado.Sobre las posibilidades de que los deseos de Matute y de los otros aspirantes se cumplan, Marsillach dice: "A corto plazo, el resultado de la audición puede suponer la inclusión del interesado en el reparto de El médico de su honra, de Calderón de la Barca, el espectáculo con el que debutará la compañía y para el que faltan por distribuir los papeles de cuatro hombres y tres mujeres del total de 18 que integran el reparto".

Los papeles principales han sido adjudicados a José Luis Pellicena, Angel de Andrés López, Mercedes Sampietro y María Luisa San José.

"Lo importante", asegura Marsillach, "no es quedar incluido en este primer reparto, ni siquiera en el segundo, sino contar con una infraestructura de intérpretes clásicos. Para ello se van a organizar unos cursillos de lectura en verso que servirán de perfeccionamiento y de vínculo con la compañía, e incluso es muy posible que se monte una compañía paralela en la que se intente hace un teatro clásico más innovador".

Mientras todos estos proyectos toman cuerpo, las audiciones siguen. Después de Matute entra Agustín Navarro, de 22 años, hijo de la actriz Carmen Sairiz de la Maza, dispuesto a recitar fragmentos de El condenado por desconfiado y El caballero de Olmedo.

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