Crítica:MÚSICA CLÁSICA

Los precoces Arriaga y Mendelssohn, en la versión de Jesús López Cobos

Dirigió Jesús López Cobos, al frente de la Orquesta de Cámara Española, de la que es titular, como director de la Orquesta Nacional de España (ONE), el concierto del Ciclo de Cámara y Polifonía con un programa a todas luces interesante y que congregó a menos público que el que se merecían la ocasión y el concierto.En la primera parte del concierto de la Orquesta de Cámara Española, dos precocidades: Nada y mucho, una suerte de divertimento-octeto compuesto por Arriaga (1806-1825) a los 11 años; y Concierto para violín, piano y orquesta, del Mendelssohn (1809-1847) c...

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Dirigió Jesús López Cobos, al frente de la Orquesta de Cámara Española, de la que es titular, como director de la Orquesta Nacional de España (ONE), el concierto del Ciclo de Cámara y Polifonía con un programa a todas luces interesante y que congregó a menos público que el que se merecían la ocasión y el concierto.En la primera parte del concierto de la Orquesta de Cámara Española, dos precocidades: Nada y mucho, una suerte de divertimento-octeto compuesto por Arriaga (1806-1825) a los 11 años; y Concierto para violín, piano y orquesta, del Mendelssohn (1809-1847) catorceañero.

Tres años más joven el bilbaíno que el hamburgués, hay entre ellos diferencias estilísticas muy radicales: Juan Crisóstomo procede de un clasicismo que llegaba a los salones de Luis de Torres por vía parisiense; Félix Jacob Ludwig enfila su proa musical hacia el romanticismo y, por lo mismo, en su concierto juvenil, casi una página de cámara, resultan evidentes las huellas beethovenianas.

Cámara y Polifonía de la ONE

Orquesta de Cámara Española. Director: López Cobos. Solistas: Víctor Martín (violín), García Chornet (piano) y José Oliver (flautín). Obras de Arriaga, Mendelssohn, Benker y Milhaud. Teatro Real, 3 de diciembre.

Contemporáneos

La segunda parte juntaba dos contemporáneos: uno más joven, Heinz Benker, 1921, que parecía más viejo, y uno mayor, Darius Milhaud, 1892, que semejaba posterior.

El Concierto para flautín, de 1958, demuestra la artesanía ágil y el buen hacer del músico de Landshut (Alemania), en tanto La creación del mundo, de 1923, revela la creativa asimilación de estilos pseudopopulares venidos de América: el jazz y lo brasileiro, principalmente.

Más dramática, pero no menos azogada que El buey en el tejado (1919), la música para el ballet de Blais Cendrars es obra maestra y representativa de la Europa parisiense de los años veinte por el espíritu que la anima y la original síntesis de su instrumentación.

Los solistas Víctor Martín, violinista; Perfecto García Chornet, pianista, y José Oliver, flautín, dieron pruebas de su profesionalidad; y López Cobos dirigió todo el programa contando con la Orquesta de Cámara Española, formada por sus músicos de la ONE, dentro de su línea profesional tantas veces acreditada. Hubo menos público del que se merecía una tan atractiva convocatoria.

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