Cartas al director

El movimiento pacifista

Flaco favor ha hecho Enrique Gomáriz al pacifismo al servirse de Agnes Heller y Ferenc Feher como arma arrojadiza con el fin de poner en evidencia la superficial y frívola valoración de Miguel Porta Perales sobre el movimiento por la paz. Debía haber sabido que iban a transformarse en un bumerán en contra suya. Bastaba releer algunos artículos como Conversaciones con Agnes Heller o Las antinomias de la paz, publicados en la revista Leviatán, o los artículos de Ludolfo Paramio, inspirados por las ideas de Agnes Heller y Ferenc Feher, para captar la opinión que a estos últimos les ...

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Flaco favor ha hecho Enrique Gomáriz al pacifismo al servirse de Agnes Heller y Ferenc Feher como arma arrojadiza con el fin de poner en evidencia la superficial y frívola valoración de Miguel Porta Perales sobre el movimiento por la paz. Debía haber sabido que iban a transformarse en un bumerán en contra suya. Bastaba releer algunos artículos como Conversaciones con Agnes Heller o Las antinomias de la paz, publicados en la revista Leviatán, o los artículos de Ludolfo Paramio, inspirados por las ideas de Agnes Heller y Ferenc Feher, para captar la opinión que a estos últimos les merece el movimiento pacifista.Para Agnes Heller, otrora sublimadora de las virtualidades de los nuevos movimientos sociales, el pacifismo ha caído en desgracia. Ella no se considera pacifista, dice textualmente en el primero de los artículos citados, porque "el pacifismo quita a la gente la posibilidad de luchar por su propia libertad cuando esta libertad está amenazada". En realidad, a Agnes Heller dejó de gustarle el movimiento por la paz cuando éste se pronunció a favor de las iniciativas unilaterales de desarme y desarrolló una amplia campaña en contra del despliegue de los euromisiles. A la Heller le parecía que esto dejaba desguarnecidas las democracias occidentales frente al expansionismo soviético. Creía, en consecuencia, que las libertades democráticas podían defenderse mejor con los Cruise y los Pershing 2 norteamericanos. Ello implicaba, por otra parte, que seguía confiando en la disuasión que ejerce el equilibrio del terror nuclear, tan denostado. por los movimientos pacifistas. Evidentemente, Agnes Heller y Ferenc Feher no podían ser utilizados como argumentos de autoridad .para defender el pacifismo. Es tanto y tan tonto como servirse de los argumentos seudopacifistas de Fernando Claudín y Ludolfo Paraño con el fin de razonar a favor de la salida del Estado español de la OTAN.

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