Polémica por torturas en experimentación animal

Investigar para salvar vidas

Quizá haya argumentos en favor de la investigación con animales cuando los resultados salvan vidas, pero puede haber muy pocos argumentos que apoyen una investigación chapucera y repetitiva. Una investigación que año tras año fracasa en la consecución de un modelo animal es una pérdida de tiempo, esfuerzo y dinero, que se podía emplear en un uso más provechoso, un uso que realmente pudiera salvar vidas.Después de todo, los dólares de la investigación, incluso en Estados Unidos, no son ilimitados, y los responsables de conceder el dinero de las investigaciones tienen la obligación moral de darl...

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Quizá haya argumentos en favor de la investigación con animales cuando los resultados salvan vidas, pero puede haber muy pocos argumentos que apoyen una investigación chapucera y repetitiva. Una investigación que año tras año fracasa en la consecución de un modelo animal es una pérdida de tiempo, esfuerzo y dinero, que se podía emplear en un uso más provechoso, un uso que realmente pudiera salvar vidas.Después de todo, los dólares de la investigación, incluso en Estados Unidos, no son ilimitados, y los responsables de conceder el dinero de las investigaciones tienen la obligación moral de darlo a la aplicación más eficiente.

Uno de los aspectos más tristes de todo el caso es que fueron relativamente pocos los científicos e investigadores que se adelantaron a condenar esta mascarada que se hacía pasar por investigación. Hay excepciones notables, naturalmente, pero muchos científicos, doctores e investigadores parecían temerosos de dar el primer paso. Muchos de ellos decían en privado que lo que hacía Gennarelli les parecía horrendo, pero no querían ser citados.

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Algunos científicos parecen pensar que cualquier ataque a una investigación biomédica cualquiera es un ataque a toda la investigación biomédica y que si llegan a admitir que alguna de ella es de valor cuestionable habrán creado una brecha en el dique por la que pasarán las aguas de la riada.

Otros parecen pensar que deben presentar un frente unido contra el enemigo común -el antivivisector-, como si fueran mafiosos que hubieran hecho con sangre un juramento de fidelidad recíproco. Pero la ciencia no es una gran mafia; y si lo es, no debería serlo.

En una investigación objetiva de lo que los filósofos llamaban la verdad, la consideración hacia los colegas no puede cegar a uno ante sus erróneos procedimientos o sus ineptos experimentos. En una jerarquía de valores, la fidelidad a los colegas debe estar por debajo de los esfuerzos por salvar vidas.

A menudo los investigadores manifiestan que los antiviviseccionistas son anticientíficos y están en contra del progreso, pero de hecho, la queja de la mayoría de los antiviviseccionistas es que lo que suele pasar tras las puertas cerradas de los laboratorios no es ciencia.

También piensan que si los investigadores biomédicos dejaran de repetir los mismos anticuados procesos -que podían haber parecido progresistas y científicos en tiempos de Descartes, pero que hoy no producen resultados válidos- y utilizaran en su lugar la nueva y creciente tecnología disponible actualmente, quizá se alcanzara un auténtico progreso.

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