Tribuna:

Iberia

A nuestros aviones, de pronto, les ha entrado la fiebre regional, el sarampión de las señas de identidad, la escarlatina de las raíces lingüísticas. No contentos con destrozar el inglés, ahora te saludan con parrafadas en bable, gallego, euskera, mallorquín, catalán y valenciano cuando el DC-9 planea los cielos de la autonomía correspondiente. La sintaxis parece correcta, supongo que el vocabulario es legal y la prosodia resulta tan espantosa como siempre. Pueden sentirse orgullosas las academias de las lenguas históricas del país. Han demostado que los antiguos idiomas de España son ta...

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A nuestros aviones, de pronto, les ha entrado la fiebre regional, el sarampión de las señas de identidad, la escarlatina de las raíces lingüísticas. No contentos con destrozar el inglés, ahora te saludan con parrafadas en bable, gallego, euskera, mallorquín, catalán y valenciano cuando el DC-9 planea los cielos de la autonomía correspondiente. La sintaxis parece correcta, supongo que el vocabulario es legal y la prosodia resulta tan espantosa como siempre. Pueden sentirse orgullosas las academias de las lenguas históricas del país. Han demostado que los antiguos idiomas de España son tan capaces como el inglés para enfrentarse, a 8.000 metros de altura, con ese texto cosmopolita que narra la célebre historia de respaldos del asiento en posición vertical, cinturones de seguridad y chalecos salvavidas.Yo no sé si la emisión de esos mensajes a bordo del viejo Douglas lograrán enriquecer todavía más las lenguas de Rosalía de Castro, Pin de Pria o Joanot Martorell, ojalá, pero mucho me temo que se agudice innecesariamente la también vernácula ceremonia de la confusión ibérica. Porque es justo y constitucional que te digan que pongas derechu el respaldu del asientu cuando sobrevuelas el espacio aéreo asturiano, pero eso es una discriminación para el resto de esos espacios aéreos autonómicos que tienen rasgos lingüísticos igualmente reivindicables. Lo equitativo sería que Leguina obligara a las azafatas a susurrar en cheli posmoderno al entrar en la vertical de Barajas, o que las instrucciones se dieran con marcado acento andaluz después de atravesar Despeñaperros, o exigir el aragonés, el guanche, el riojano, el extremeño y el murciano cuando el DC-9 planee sobre esos territorios fonéticos, como justo impuesto por el uso del espacio aéreo autonómico. Iberia me desconcierta. Ahora que remitía el duelo de las lenguas estatales nos salen con esas provocadoras discriminaciones a bordo. Y ahora que las lenguas históricas empezaban a consolidarse en tierra se dedican a machacarlas en el aire con la misma saña que machacan el inglés. Habíamos quedado que Iberia utiliza bien sus alas, no que estrellara nuestras hablas.

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