El éxito que huele
Pocos, entre los cerca de 8.000 asistentes al Palacio de los Deportes, apoyaron o comprendieron las actuaciones, de 40 minutos cada una, que precedieron a la de Alaska, la figura de la noche. Los Nikis fueron los primeros. Es un cuarteto -cantante-guitarra-bajo-batería- que aparece de repente, con canciones fuertes y bailables y con el clamor de sus seguidores, y después desaparece en largo silencio y sin el reclamo impaciente de los admiradores. Y en esta primera quincena de mayo ha actuado dos veces.El recinto deportivo empezaba a llenarse y Los Nikis, espontáneos y despreocupados, cargaban ...
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Pocos, entre los cerca de 8.000 asistentes al Palacio de los Deportes, apoyaron o comprendieron las actuaciones, de 40 minutos cada una, que precedieron a la de Alaska, la figura de la noche. Los Nikis fueron los primeros. Es un cuarteto -cantante-guitarra-bajo-batería- que aparece de repente, con canciones fuertes y bailables y con el clamor de sus seguidores, y después desaparece en largo silencio y sin el reclamo impaciente de los admiradores. Y en esta primera quincena de mayo ha actuado dos veces.El recinto deportivo empezaba a llenarse y Los Nikis, espontáneos y despreocupados, cargaban sus instrumentos con rabia pero sin agresividad. Su rock machacón y desenfadado alegró y movió a las decenas de espectadores cercanos al escenario. Ernesto y una versión improvisada con gracioso descaro de Te voy a asesinar fueron los últimos temas de tan breve repertorio.
Conciertos de San Isdro
Actuaciones de Los Nikis, Los Coyotes y Alaska y Dinarama. Palacio de los Deportes. Madrid, 14 de mayo.
Desplante peculiar
Alaska había calificado a los tres grupos de la velada como "los más divertidos de nuestro pop", y Víctor Aparicio, cantante de Los Coyotes, había declarado que sus temas eran idóneos para estas fiestas. La mayor parte de cuantos acudieron al pabellón municipal de deportes pitó y abucheó ("fuera, fuera") al cuarteto madrileño, que ofreció una instrumentación mejorada y sin perder su desplante peculiar. El cantante de Canillejas no se cortó:, "Haced el favor de callaros, que voy a presentar una canción". Los Coyotes alegraron un poco con Fiesta salvaje y 300 kilos, pero apenados se marcharon. Y es que no era una fiesta salvaje ni mucho menos; era una fiesta convencional: la fiesta de Olvido-Alaska, la. estrella televisiva del momento, como lo fueron Valentina, el detective Colombo o Pepe Navarro.
El grupo Dinarama, asistido por percusión y saxo, salió con Pedro Almodávar, que cantó todo ufano, y tras describirse "enviado de una diosa caníbal", presentó a la protagonista del espectáculo. Detrás de Alaska, enaltecida, adorada, Nacho Canut cumplía impasible su cometido y Carlos G. Berlanga se mostraba tímido y escondido como si acudiese obligado al examen de final de curso.
Sonido pésimo
El sonido y la instrumentación fueron pésimos, aspectos que en Siniestro Total son clara intención y en Dinarama quedan como mera impotencia. Nada de esto importó a los presentes, todos entregados a la imagen original de Alaska,-mujer sincera y comunicadora que apenas sabe cantar. Es la forma sin fondo, la expresión sin cuidado de un arte pasajero siempre caduco que vende por temporadas. Alaska ya huele. Podría sustituir a Carmen Maura, Mercedes Milá o Rosa María Sardá para entrevistar a personajes públicos en las noches de los jueves o cantar baladas con piano y orquesta u organizar el circo de Alaska junto a Torrebruno para las tardes infantiles del Retiro, como ya hizo Teresa Rabal.