Hoy finaliza la visita del presidente norteamericano a España

Nancy Reagan baila flamenco en el teatro Real

LOLA GALÁN Nancy Reagan, primera dama de Estados Unidos, bailó ayer brevemente un ritmo flamenco en el escenario del teatro Real de Madrid, entre la complacencia de los periodistas que llenaban los palcos y las abiertas carcajadas de Carmen Romero, esposa del presidente del Gobierno. La reina Sofía, que compartía con la señora Reagan y Carmen Romero un sitio de honor en mitad del escenario del Real, esbozó algo más que una discreta sonrisa para aplaudir después el gesto espontáneo de Nancy durante la visita que realizó ayer la primera dama norteamericana a la Escuela de Arte Dramático y Danza...

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LOLA GALÁN Nancy Reagan, primera dama de Estados Unidos, bailó ayer brevemente un ritmo flamenco en el escenario del teatro Real de Madrid, entre la complacencia de los periodistas que llenaban los palcos y las abiertas carcajadas de Carmen Romero, esposa del presidente del Gobierno. La reina Sofía, que compartía con la señora Reagan y Carmen Romero un sitio de honor en mitad del escenario del Real, esbozó algo más que una discreta sonrisa para aplaudir después el gesto espontáneo de Nancy durante la visita que realizó ayer la primera dama norteamericana a la Escuela de Arte Dramático y Danza.

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El acto había comenzado a las 12.15, cuando ya los periodistas habían agotado todas las posibilidades de especulación sobre las razones de protocolo que culminaron con la suspensión de la visita de la señora Reagan al mercado de San Miguel. La esposa del presidente de los Estados Unidos apareció por fin flanqueada por la reina Sofía y la esposa del presidente del Gobierno español, Carmen Romero, por una puerta lateral del teatro. Nancy Reagan vestía un traje de chaqueta marrón y caldero con zapatos de altísimo tacón a juego; la Reina, un traje de chaqueta de cuadros blancos y grises, y la esposa del presidente español, un sencillo abrigo azul marino.Después de unos instantes de desconcierto en los que el grupo permaneció de pie en el escenario, se puso en marcha la sólida máquina de la organización y aparecieron sillas para las altas damas, a las que se sumó la esposa del ministro de Cultura, Concha Jiménez, única que en esta ocasión iba acompañada por su marido, Javier Solana, que permaneció en un discreto segundo plano a lo largo de la jornada.

La sesión de danza se inició inmediatamente, tras una breve explicación de Mariemma, profesora de la escuela, con unas seguidillas interpretadas por cuatro muchachas de 17 años y un joven alumno de la escuela, Oscar Jiménez, sobre un fondo musical, escasamente audible para la Prensa, perteneciente a Castilla de Albéniz. Posteriormente, otro grupo de 19 niñas de 12 a 14 años mostró un aspecto de la clase de baile habitual, esta vez con música de Granados y acompañamiento de castañuelas. Por último, cerró el breve toque folclórico otro grupo de niñas de 9 a 11 años de edad que mostraron a las primeras damas toda la gracia de los tanguillos de Cádiz.

Durante la sesión de baile, Sólo la reina Soria mantenía un diálogo fragmentario con la señora Reagan explicándole las características de la danza, mientras Carmen Romero intercambiaba sonrisas con doña Sofía y comentarios con Concha Jiménez. El cuadro resultaba algo desangelado sin otro público que las decenas de periodistas situados a varios metros de distancia.

Tras los aplausos se produjo la invitación a la señora Reagan por parte de los pequeños intérpretes. Nancy Reagan, con ciertos aspavientos de incredulidad pero con total dominio de la situación, salió al escenario y siguió con desigual fortuna los estudiados pasos del joven Óscar Jiménez. El acto estuvo matizado, al igual que la tradicional visita al Museo del Prado, por la presencia de los niños, que en ambos casos se fotografiaron encantados con las primeras damas. A la salida del teatro Real, un escaso grupo de personas abucheó a la señora Reagan. Los gritos de "fuera", "fuera" quedaron mitigados, no obstante, por los aplausos de otro sector del público visiblemente encantado con la sonrisa de la primera dama norteamericana, que abandonó la calle de Arenal, en el mismo coche que la reina Sofía, rumbo al Museo del Prado.

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Con todo, la visita al museo estuvo envuelta en una mayor complejidad técnica que la sesión de danza, debido a los servicios de seguridad y a los porteros del centro, visiblemente aterrados ante la incontrolable avalancha de informadores. El propio ministro de Cultura colaboró en la tarea de poner en su sitio alguno de los cordones de seguridad arrasados por fotógrafos y reporteros de Prensa, radio y televisión, que pugnaban por recuperar la comitiva a través de las sucesivas salas.

Visita al Prado

Nancy Reagan contempló con la mayor naturalidad el imposible rompecabezas compuesto por lienzos de Velázquez, el Greco, Murillo, los pintores madrileños del siglo XVII y Goya, asesorada por el propio director del Museo del Prado, Alfonso Pérez Sánchez; la subdirectora, Manuela Mena, y el presidente del patronato del Museo, Justino de Azcárate. La esposa del presidente norteamericano se dejó fotografiar acompañada nuevamente por niños, esta vez los del colegio Americano, y declaró a los informadores norteamericanos que su cuadro favorito era "uno de Velázquez" cuyo nombre no recordaba, Se refería, según todos los indicios, al Villa Medici, tal y como averiguaron los periodistas después.

La jornada turística de Nancy Reagan concluyó con un almuerzo en el restaurante típico madrileño Botín, al que asistieron, además de la reina Sofía y Carmen Romero, las esposas de los embajadores de España en Washington y de Estados Unidos en Madrid, señoras de Mañueco y Enders, respectivamente, y las hermanas del Rey, infantas doña Margarita y doña Pilar.

A instancias de la Reina, la señora Reagan se decidió a probar el gazpacho andaluz, cuya receta le fue ofrecida por el propietario del restaurante, Antonio González.

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