Tribuna:LA MUERTE DE UN INNOVADOR

Una conversación intensa

Esta mañana neoyorquina, fría y hermosa, un teléfono la hace mus tia y desabrida. Eusebio Sempere, ejemplo de amistad para todos, artista generoso y perseverante, ha muerto en la tierra de Levante, la suya, de una enfermedad lenta y cruel que no se merecía, a una edad que su caso era la de la juventud: 62 años. Siguiendo una conversación in tensa, interrumpida en el tiempo físico, pero nunca en el pensa miento, quiero asegurarle que, aceptando las reglas del juego para controvertirlas tal y como habíamos acordado, seguiremos peleando sin tregua por todo aquello que con tanto empeño y desmesura...

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Esta mañana neoyorquina, fría y hermosa, un teléfono la hace mus tia y desabrida. Eusebio Sempere, ejemplo de amistad para todos, artista generoso y perseverante, ha muerto en la tierra de Levante, la suya, de una enfermedad lenta y cruel que no se merecía, a una edad que su caso era la de la juventud: 62 años. Siguiendo una conversación in tensa, interrumpida en el tiempo físico, pero nunca en el pensa miento, quiero asegurarle que, aceptando las reglas del juego para controvertirlas tal y como habíamos acordado, seguiremos peleando sin tregua por todo aquello que con tanto empeño y desmesurada contradicción hemos defendido juntos, hasta la consolidación definitiva del hermoso lirismo con tenido en la singularidad y perfección única de su obra, en donde la huella de esta lucha se hace evidente.Soñar

Y cuando alguna vez nos atrevamos a soñar despiertos, con los ojos muy abiertos ante sus cuadros, Eusebio Sempere aparecerá entre nosotros tal y como siempre lo soñé, maestro de ceremonia de su propia obra, y allí estará él, Eusebio gigante de apariencia débil y pintor de un pensamiento extraordinario. Su trabajo le ha colocado, sin duda alguna, en un lugar de clara responsabilidad dentro del panorama del mundo del arte contemporáneo, en España y en el mundo. Eusebio Sempere llevó su generosidad de un ser con la raíz voluntariamente volcada hacia los demás hasta las últimas consecuencias que cabe prever en un artista: dejó para su tierra lo que más amó, su obra, y para todos nosotros dejó el ejemplo de un rigor estético que no sólo concordó con su exigencia como creador, sino con la propia precisión del paisaje y el aire del lugar del que provino, el Levante, el Mediterráneo.

Hoy caminaré por Nueva York, cuya realidad es un naufragio de apariencias fragmentadas y contradictorias, y mis ojos intentarán buscar a Eusebio en cada una de las obras extraordinarias de aquellos hombres que fueron sus correligionarios en cuanto a código estético: Malevitch, Mondrian, entre otros.

Martín Chirino es escultor.

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