Las cosas que da la vida

ANTONIO GÓMEZ Mientras los miembros del grupo madrileño Ciudad Jardín se decidían a subir al escenario, las personas que llegaban a la sala Astoria se sentaban delante del vídeo viendo Psycodelic Furs. Cuando al fin salieron Ciudad Jardín, el público casi llenaba el local. Hicieron una actuación más que aceptable. Dentro de la evidente bisoñez del grupo, la falta de dominio del escenario y la tendencia a componer canciones de una estructura repetida, demostraron tener Condiciones de hacer un pop-rock atractivo, una especia de rockabilly algo más duro y compacto.

Después de...

ANTONIO GÓMEZ Mientras los miembros del grupo madrileño Ciudad Jardín se decidían a subir al escenario, las personas que llegaban a la sala Astoria se sentaban delante del vídeo viendo Psycodelic Furs. Cuando al fin salieron Ciudad Jardín, el público casi llenaba el local. Hicieron una actuación más que aceptable. Dentro de la evidente bisoñez del grupo, la falta de dominio del escenario y la tendencia a componer canciones de una estructura repetida, demostraron tener Condiciones de hacer un pop-rock atractivo, una especia de rockabilly algo más duro y compacto.

Después de acabar su corta actuación con una divertida versión de la canción del Cola-Cao, comenzó la actuación del americano Johnny Thunders. Estuvo bien. Simplemente bien, como era de prever. Buen sonido, buena imagen, buen grupo, rock por derecho y buena escuela. La música que hicieron no se distingue básicamente de la de Ciudad Jardín: formación similar, a excepción del saxo que tocaron los madrileños, parecido interés por el rock directo y poco complicado, y variedad de influencias en la misma línea. Sin embargo, las diferencias fueron evidentes desde el mismo momento de enchufar cada grupo los instrumentos. Son cosas que sólo dan la vida, la escuela y la edad.