Crítica:

Un acierto cómico

José Luis Alonso ha reverdecido su puesta en escena de El dúo de la Africana para abrir la temporada de la Zarzuela (formando programa con la reposición de La verbena de la Paloma) con singular acierto. No ha vacilado en acentuar su comicidad y en buscar -y encontrar- decenas de pequeñas bromas en el atuendo -un hallazgo de Elisa Ruiz-, en los movimientos secundarios, en la caracterización de los personajes, en la forma de salvar las gracias del libreto de don Miguel Echegaray para que sobrevivan al casi siglo transcurrido. Ha dado a la representación el ritmo justo y ha inventad...

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José Luis Alonso ha reverdecido su puesta en escena de El dúo de la Africana para abrir la temporada de la Zarzuela (formando programa con la reposición de La verbena de la Paloma) con singular acierto. No ha vacilado en acentuar su comicidad y en buscar -y encontrar- decenas de pequeñas bromas en el atuendo -un hallazgo de Elisa Ruiz-, en los movimientos secundarios, en la caracterización de los personajes, en la forma de salvar las gracias del libreto de don Miguel Echegaray para que sobrevivan al casi siglo transcurrido. Ha dado a la representación el ritmo justo y ha inventado por sí mismo lo necesario para rescatar el texto y la situación.El gran vuelco cómico multiplica, naturalmente, la importancia del personaje burlesco Querubiní, empresario de ópera barata, que es una creación de lenguaje: un italiano macarrónico. Ha encontrado un actor perfecto para el papel, José María Pou, y de él fue el principal éxito de interpretación de la obra. No canta nada. Parece que eso ya pasaba cuando se estrenó -lo hizo Manuel Rodríguez, primer actor cómico-, y desde luego en una función de gala en el Real, donde lo representó -por gracia- el escritor y hombre de mundo Felipe Sassone. Pero compone el tipo, coloca las frases, encrespa el gesto, llena la escena, mueve la acción, tiene continuamente al público pendiente de él, saca todo el partido posible del lenguajillo. La dirección de José Luis Alonso encuentra fórmulas hábiles para la carencia de voz -tiene que cantar un dúo con Antonio Ordóñez-, y el propio Pou hace sus guiños al público para obtener más comicidad del tema. Aparte, naturalmente, de los valores líricos de la representacíón, de la orquesta y los cantantes, el tono conseguido por José Luis Alonso en la burlesca representación, crecido al final, y la interpretación de Pou, como ejemplos de teatralidad bien conseguida, recibieron los mejores aplausos de la noche. En este aspecto de la interpretación teatral, tan fundamental en la obra en sí y tan importante en esta nueva versión, se consigue un conjunto más que suficiente,

El éxito fue claro, los saludos en el escenario se prolongaron y los comentarios favorables se desbordaron en el descanso, en la espera de La verbena de la Paloma, con Bódalo.

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