La recuperación de los contenedores radiactivos del buque naufragado cerca de Ostende tardará de dos a tres semanas

Anoche noche, 48 horas después del accidente marítimo que provocó el naufragio del buque francés que transportaba 450 toneladas de hexafluoruro, de uranio, las autoridades de París no se habían pronunciado aún en términos precisos sobre un asunto que ha despertado el miedo nuclear. El primer ministro francés, Laurent Fablus, presidía anoche una reunión entre todos los responsables públicos y privados sobre la cuestión. En espera de noticias claras, se continúa afirmando en las esferas oficiales que no existe riesgo radiactivo alguno. Dos compañías, una belga y otra holandesa, han, sido encarga...

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Anoche noche, 48 horas después del accidente marítimo que provocó el naufragio del buque francés que transportaba 450 toneladas de hexafluoruro, de uranio, las autoridades de París no se habían pronunciado aún en términos precisos sobre un asunto que ha despertado el miedo nuclear. El primer ministro francés, Laurent Fablus, presidía anoche una reunión entre todos los responsables públicos y privados sobre la cuestión. En espera de noticias claras, se continúa afirmando en las esferas oficiales que no existe riesgo radiactivo alguno. Dos compañías, una belga y otra holandesa, han, sido encargadas de proceder a la recuperación de la carga del Mont-Louis, trabajo que requerirá de dos a tres semanas.

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Las autoridades belgas, en cuyas costas, en las inmediaciones de Ostende, chocaron el sábado pasado el buque francés Mont Louis y el transbordador de la República Federal de Alemania Olau Britannia, se quejaron a última hora de ayer del silencio oficial francés; en las últimas 48 horas los portavoces oficiales sólo han desperdigado confusamente algunas palabras para asegurar que no existe peligro radiactivo, aunque sí tóxico muy débil, pero que se han tomado todas las precauciones oportunas; esto último quiere decir que dos barcos vigías franceses vigilan el Mont-Louis; y, también, que los especialistas analizan constantemente el agua de mar bajo la que se encuentran los 30 contenedores con las 450 toneladas de hexafluoruro de uranio para comprobar que no existe contaminación nuclear de ninguna especie.A la opinión pública le choca el misterio y el silencio que han envuelto a este accidente desde un principio, y se multiplican las hipótesis cada hora que pasa a propósito de lo que al cabo del año, en materia nuclear, les ocultan los Gobiernos a sus conciudadanos. En esta ocasión, en un primer tiempo, la compañía propietaria del barco aseguró que la carga de este último se limitaba a "material médico"; la tripulación francesa, repatriada a El Havre, fue inmediatamente protegida por la policía para que no hiciese declaración alguna, hasta que por fin un oficial habló de los 30 contenedores de 15 toneladas cada uno.

'Tirar de la manta'

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Después, el movimiento ecologista internacional Greenpeace fue quien tiró de la manta y pudo comprobarse que, en efecto, este transporte de materias nucleares lo realiza de ordinario el buque soviético Borodin, pero en estos momentos se encuentra averiado en El Havre. Este dato ayudó un poco más a revelar lo que las autoridades oficiales seguían ne gando.

A la vista de los informes conocidos, el accidente fue puramente fortuito, y por casualidad le ha descubierto al gran público el tráfico de material nuclear que se opera entre las cinco grandes potencias que poseen la bomba atómica. En este caso concreto hay que anotar que Francia tiene contratos con la URSS y con EE UU para el enriquecimiento del uranio. En 1973, Francia no estaba en condiciones de realizar dicha operación, y se vio obligada a firmar esos dos contratos, que caducarán en el año 2010.

Todos los países con centrales nucleares (incluido España) compran, venden, o intercambian estos productos. Sólo por el territorio francés transitan anualmente 1,5 millones de toneladas de materias radiactivas, tanto por ferrocarril, por barco, por carretera o por correo.

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