Reportaje:

La joven que se arrancó los ojos, caso límite de un psiquiátrico caótico

El hospital psiquiátrico San Rafael, situado en la localidad lucense de Castró de Riberas de Lea, dependiente de la Diputación Provincial ,está funcionando desde hace 30 años en unas condiciones degradantes para los pacientes. Tiene una capacidad para 200 plazas y alberga a más de 400 enfermos mentales, mezclados todos ellos sin atender a sus propias necesidades porque ni hay salas suficientes ni medios técnicos adecuados. Cada 50 enfermos comparten dos letrinas. Las camas se hacinan en salas de dimensiones muy reducidas y en los pasillos. Las goteras son frecuentes; los techos todavía conserv...

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El hospital psiquiátrico San Rafael, situado en la localidad lucense de Castró de Riberas de Lea, dependiente de la Diputación Provincial ,está funcionando desde hace 30 años en unas condiciones degradantes para los pacientes. Tiene una capacidad para 200 plazas y alberga a más de 400 enfermos mentales, mezclados todos ellos sin atender a sus propias necesidades porque ni hay salas suficientes ni medios técnicos adecuados. Cada 50 enfermos comparten dos letrinas. Las camas se hacinan en salas de dimensiones muy reducidas y en los pasillos. Las goteras son frecuentes; los techos todavía conservan restos colgantes de obras anteriores. Dentro se encuentra atada desde hace 10 años, una subnormal de 26 años, que se arrancó los ojos cuando sus padres la sacaron de la artesa en que había vivido.

La trágica historia de Virtudes, una joven esquizofrénica que permanece desde hace 10 años con las manos atadas a la espalda en el sanatorio psiquiátrico San Rafael, de Castro de Riberas de Lea, en la provincia de Lugo, por haberse arrancado los ojos, es el exponente máximo de la degradante situación en que viven los enfermos.En este hospital psiquiátrico se hacinan 400 enfermos, en unas instalaciones previstas para acoger a la mitad. La tragedia colectiva que vive este pueblo de Lugo ha salido a la luz pública al abrirse las puertas del sanatorio a los periodistas, tras una polémica entre los grupos políticos locales.

Las fotografías tomadas y los testimonios relatados sobre lo que allí se vive ha estremecido a un amplio sector de la población, que se pregunta cómo es posible mantener en jaulas infrahumanas, bajo el nombre de hospital psiquiátrico, a personas enfermas de finales del siglo XX.

10 años con las manos atadas

El mencionado caso de Virtudes, de 26 años -que después d permanecer más de la mitad de si vida encerrada en una artesa por sus propios padres, tiende peligrosamente a la autodestrucción- es el máximo exponente de una situación de la que todos los implicados, piensan que debe acabar cuanto antes.Y ha servido para sensibilizar a la opinión pública de la grave situación en que se halla el sanatorio, en el que, según algunos de sus responsables, la joven no debería permanecer porque en esas condición es tiene pocas probabilidades de mejorar de su enfermedad.

Virtudes permanece desde hace 10 años con las manos atadas a la espalda, al presentar un cuadro clínico de esquizofrenia autodestructiva.

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Sus padres la mantuvieron los 15 primeros años de su vida encerrada en una artesa de pequeñas dimensiones, que rodeaban con tojos para que no pudiese escapar. Tiene 26 años, no se han podido conocer sus apellidos y nació subnormal en la comarca lucense de Terra Chá.

Un cuadro clínico irreversible

Permaneció en posición fetal durante 15 años. Al parecer, la artesa se abría una sóla vez al día para proporcionarle la comida, que consistía casi siempre en un plato de papilla de harina de maíz, agua y un poco de leche. Este momento era también aprovechado para limpiar las evacuaciones de la joven.Hace unos 10 años Virtudes fue internada en el hospital psiquiátrico San Rafael, en donde, en una primera crisis, se arrancó los ojos, comenzando posteriormente a comerse los dedos, por lo que se optó por atarle las manos a la espalda.

En esta posición, y en cuclillas, permanece siempre, incluso cuando duerme. No ha logrado ponerse nunca de pie. Cuando es izada hasta una silla o mesa se tira al suelo para recuperar su posición fetal.

Virtudes, que tiene la apariencia fisica de una niña, no emite sonidos inteligibles, y, cuando está más tranquila se balancea de un lado a otro. La comida que se le da en el centro hospitalario está siempre mezclada con papillas, ya que, de lo contrario, es incapaz de ingerirla.

Responsablés del sanatorio San Rafael han puesto de manifiesto las dificultades que entraña su tratamiento a base de tranquilizantes, ya que resulta difícil equilibrar las dosis. Su director, Ángel Usero, aseguró que, a pesar de la medicación a que es sometida, el cuadro clínico es irreversible. Por su parte, otros responsables del centro consideran que Virtudes debería ser trasladada a otro sanatorio especializado.

El estado actual del hospital San Rafael, dependiente de la Diputación Provincial de Lugo, se ha podido conocer al invitar el diputado Fernando Carlos Rodriguez a los periodistas. Rodríguez tomó esta decisión como consecuencia de la polémica entablada en la provincia por la adquisición de un hotel -destinado a convertirse en el nuevo psiquiátrico- propiedad de Manuel González, diputado del Grupo Popular.

Instalaciones degradantes y condiciones mínimas

El panorama del hospital San Rafael es desolador. Pese a las importantes inversiones que en los últimos años se han realizado para mejorar y acondicionar sus instalaciones, los periodistas que lo visitaron sacaron la impresión de que no reúne las condiciones mínimas para albergar a más de 400 pacientes.Una misma sala del sanatorio es compartida por esquizofrénicos, pacientes de personalidad conservada y enfermos con alteraciones nerviosas frecuentes.

Tiene pequeños salones, en los que se agolpan hasta 60 camas, separadas entre sí por 20 centímetros; pasillos también con camal a ambos lados; techos desgajados, de los que cuelgan restos de los materiales con que fueron construidos, y la huella, siempre presente, de grandes goteras, que en invierno obligan a los enfermos a permanecer casi imóviles. Cin cuentaenfermos se ven obligados a repartirse cada día dos servicios.

En esta situación, no se pueden, llevar a cabo los programas de rehabilitación necesarios, afirman los responsables sanitarios.

"Para que los enfermos pudieran estar bien", dice su director, Ángel Usero, "cómodos y atendidos según los métodos de la terapia moderna, aquí no debería de haber más de 200". El problema viene de tiempo atrás. El mismo doctor recuerda que lleva 30 años en el hospital "y todavía no he podido resolver muchos problemas porque casi todos ellos arrancan de la masificación".

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