LAS VENTAS

Quiere ser torero

Andrés Caballero es un alumno aventajado de la Escuela Taurina de Madrid, que quiere ser torero. Así lo demostró: al novillo pastueño, depurando las suertes para quintaesenciar el toreo; al novillo encastado que se va -arriba y busca pelea, dándole réplica con mayor casta aún, guerra sin cuartel hasta domeñar su fiera embestida.La faena que hizo al tercero de la tarde fue buena, e importante la que instrumentó al quinto. La buena faena, tuvo arrojo. La importante faena, arte y, principalmente, estructura, construida con sentido lidiador, propio de muletero enterado; la escuela le ha dado cienc...

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Andrés Caballero es un alumno aventajado de la Escuela Taurina de Madrid, que quiere ser torero. Así lo demostró: al novillo pastueño, depurando las suertes para quintaesenciar el toreo; al novillo encastado que se va -arriba y busca pelea, dándole réplica con mayor casta aún, guerra sin cuartel hasta domeñar su fiera embestida.La faena que hizo al tercero de la tarde fue buena, e importante la que instrumentó al quinto. La buena faena, tuvo arrojo. La importante faena, arte y, principalmente, estructura, construida con sentido lidiador, propio de muletero enterado; la escuela le ha dado ciencia. En ésta faena destacaron un trincherazo soberbio, hecho a la vez de hondura y exquisitez, y dos tandas de naturales y derechazos, interpretadas con el gusto que conforma la versión depurada de la tauromaquia.

Plaza de Las Ventas

19 de julio. Novillada de promoción. Novillos de Mercedes Pérez Tabernero, que dieron juego. José Andrés. Oreja y aplausos. Andrés Caballero. oreja y dos orejas. Paco Zurito. Vuelta y silencio.

Es decir, que vimos torear: acontecimiento rarísimo en estos tiempos. Los compañeros de Andrés Caballero también mostraron detalles de toreo bueno. Están bien enseñados, y en todos los tercios ofrecen repertorio, que es una de las más graves carencias en matadores de alternativas. Decisión, oficio y estilo se apreció en José Andrés, mientras que Paco Zurito tenía acusados altibajos, y unas veces embarcaba relajado, mientras otras parecía hacerle ascos al novillo.

La amena fiesta tuvo al final suelta de vaquillas, con las que se divirtieron cientos de muchachos y unas cuantas docenas de muchachas que saltaron al ruedo para correrlas o ser corridos por ellas, según las capacidades de cada cual. Muchos de ellos querrán ser toreros. Desde el tendido, la afición pretendía dirigir sus tropezones, con la autoridad que da ver los toros desde la barrera.

En el tendido siempre hay doctores que dictan el pase siguiente. Su vocación se estimula más cuando el que ha de dar el pase es novillero. El novillero posee la fortuna de no oírles y así se libra de una cornada en la ingle. Las Ventas es cátedra por su seriedad, abolengo y riqueza en doctores que dictan el pase siguiente. Por eso el triunfo de un torero en esta plaza, como el de Andrés Caballero ayer, tiene la máxima proyección: los públicos de las restantes plazas le otorgan crédito, en tanto los doctores de la propia están convencidos de que lo ganó gracias a sus sabios consejos. Y no hay quien les tosa.

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