Entrevista:

Antonio González, un científico que no quiere jubilarse

La ley de incompatibilidades, y la de la Función Pública le obligarán a abandonar la investigación

Antonio González González, eminente químico canario con proyección internacional, abandona la investigación activa después de 38 años de estudio de las sustancias naturales con fines terapéuticos. Su posible jubilación el próximo año -nació en 1917- en cuanto se ponga en vigor la nueva ley de la Función Pública, y la aplicación de la ley de Incompatibilidades, que le obligó a dimitir recientemente como director del Instituto de Productos Naturales Orgánicos (IPNO), adscrito al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), marca un final desalentador para un hombre de ciencia de este ...

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Antonio González González, eminente químico canario con proyección internacional, abandona la investigación activa después de 38 años de estudio de las sustancias naturales con fines terapéuticos. Su posible jubilación el próximo año -nació en 1917- en cuanto se ponga en vigor la nueva ley de la Función Pública, y la aplicación de la ley de Incompatibilidades, que le obligó a dimitir recientemente como director del Instituto de Productos Naturales Orgánicos (IPNO), adscrito al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), marca un final desalentador para un hombre de ciencia de este país que se imagina, desde ahora, "dedicado a rellenar crucigramas en mi casa".Únicamente la creación en España de la figura, homologada en la mayoría de los países del mundo, del profesor de mérito podría rescatarle para la ciencia. Recientemente el Gobierno autonómico canario entregó el Premio Canarias en la rama de investigación a quien hoy ha decidido hablar "con claridad y libertad de pensamiento" sobre los motivos que le hicieron renunciar a la obra científica de su vida. González González, miembro de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, revela a EL PAIS que el CSIC ha actuado, en su caso, con "desentendimiento e inflexibilidad".

Pregunta.- ¿Por qué dimitió usted como director del Instituto de Productos Naturales Orgánicos del CSIC, del que fue su fundador?

Respuesta. Influyeron varias circunstancias. No había querido hablar con claridad hasta el momento porque temía que interpretaran mis palabras como un afán de aferrarme al puesto. El próximo año me jubilo, en virtud de la ley de la Función Pública, y he considerado que ya puedo decir lo que pienso sobre muchas cosas relacionadas con el Consejo. Mi dimisión obedeció, por una parte, a que me insinuaron que mi cargo estaba afectado por la incompatibilidad y a que he advertido, en las últimas fechas, ciertas reticencias, en la dirección del CSIC, hacia mi persona.

P. ¿A qué se debe su situación de incompatibilidad?

R. Yo creé y dirigí desde su fundación el IPNO, que inicialmente fue centro coordinado y ahora es centro propio del CSIC. Posteriormente, y como jefe del Departamento de Química Orgánica de la Universidad de La Laguna, se fundó un nuevo instituto dedicado a dicha materia, que existe como tal desde hace dos años. En cuanto a personal y presupuesto se había funcionado conjuntamente como un centro mixto. No he cobrado nunca por la dirección de ambos. La instalación donde trabajamos es propiedad del Cabildo Insular de Tencrife, el equipo de laboratorio ha sido adquirido con dinero de la Universidad de La Laguna y el CSIC nos aportaba un presupuesto no del todo suficiente.

P. ¿Existe el propósito de desdoblar ahora los dos institutos?

R. Temo que sí, y me parece un absoluto error. Estuve en Madrid hablando con la secretaria de Estado para las Universidades e Investigación, Carmina Virgili, y comparte mi proyecto de centro mixto para el IPNO. Las autoridades universitarias y políticas canarias coinciden, como el 75% del personal del instituto, con mi planteamiento. No obstante, desconozco la opinión, al respecto, del nuevo director del Consejo, con el que aún no he podido hablar.

P. ¿No fue posible plantear con la debida antelación la salida que usted propone ahora al problema?

R. A mí se me puso en la tesitura de los hechos consumados. No tuve alternativa. Me insinuaron que el cargo que ocupaba era incompatible y me sobró tiempo para ir al despacho y poner el puesto a disposición. Al cabo de un mes recibí el cese. En vista de que esto podía ocurrir, yo había propiciado a principios de año la creación de una comisión mixta que integraban la Universidad de La Laguna y el CSIC, y confiaba en que mi solicitud de dimisión provocara una reunión urgente de la misma para dar solución al caso. No ha sido así porque en el Consejo surgió, a raíz de mi postura, un movimiento partidario de desvincular los dos institutos.

P. ¿Qué significaría la pretendida división del IPNO?

R. Sería una medida impresentable en pura lógica científica. Esa solución debilitaría el nivel de investigación actual del centro y encarecería la inversión en el mismo si se tiene en cuenta el elevado coste que supone el instrumental de laboratorio que se necesita para la labor que realizamos.

P. ¿Cuál es el campo de trabajo del IPNO?

Antonio Gonzáles, un científico que no quiere jubilarse

El instituto estudia una amplia gama de posibilidades, que ofrece la química de los productos naturales y su aplicación en la medicina. Trabajamos en el conocimiento de los terpenos, de los productos activos y bioactivos que se extraen de plantas latinoamericanas, las hormonas vegetales, esteroides, alcaloides y productos marinos, entre otros.

P. ¿En qué consiste la investigación que realizan sobre las toxinas de origen marino?

R. Es una línea de estudios reciente que está dirigida a conocer la naturaleza molecular de lo que se considera que es el primer causante de las contaminaciones de mariscos cuando se producen las mareas rojas. Dicho fenómeno es muy habitual, por ejemplo, en las costas de Galicia o de California, y, por la violencia con que se producen, causan fuertes estragos y millones de dólares de pérdidas. Hemos especializado a algunos de nuestros científicos en Norteamérica para este trabajo gracias a un programa financiado por la Fundación Ramón Areces. Somos optimistas sobre los resultados.

P. Su instituto fue designado por la Organización Internacional para la Química en Desarrollo (IOCD, siglas en inglés), creada por la Unesco, para coordinar la investigación química de los productos naturales en Latinoamérica y África. ¿Qué representa para usted dicha misión?

R. Es uno de los proyectos que más me han ilusionado. Desde hace años he establecido contactos con los países sudamericanos, que se muestran muy agradecidos cuando aprecian algún interés de España por ellos. Yo insisto siempre a la Administración en que hay que potenciar este tipo de vínculos. En el IPNO se han formado, y lo hacen en la actualidad, científicos de México, Perú, Chile, Paraguay, Uruguay, Cuba, Colombia y Costa Rica, entre otros.

Esta iniciativa ha permitido la colaboración que en la actualidad realizamos con las universidades de Asunción (Paraguay), de San Marcos (Perú), de Buenos Aires (Argentina) y con el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (México) sobre el análisis de las plantas que pertenecen a la medicina folklórica del área.

P. El IPNO se ha caracterizado por los éxitos obtenidos con la obtención de productos antitumorales y anticonceptivos a partir de sustancias naturales. ¿Qué importancia han tenido estos logros científicos?

R. La Organización Mundial de la Salud (OMS) nos encargó un trabajo sobre productos naturales anticonceptivos. Se sintetizaron en nuestros laboratorios varios de ellos y ahora se está procediendo a comprobar su actividad en seres humanos en hospitales británicos. En relación con los anticancerígenos naturales, hemos obtenido moléculas con un elevado índice de inhibición del crecimiento del cáncer y seguimos trabajando el tema, como lo hacemos ahora a partir de especies de flora mexicana. Los resultados que hemos obtenido están siendo verificados por el Instituto Americano del Cáncer.

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