Entusiasmo y desdén en el festival de cine de Cannes

ENVIADO ESPECIAL, Mientras se presenta en sesión extraordinaria una copia nueva de Metrópolis el clásico filme de Fritz Lang del que se han descubierto nuevos fragmentos, acompañados ahora con la extraña música de Georges Moroder, y en otro apartado del festival se hace un concurso paralelo de trailers y, de camino, un homenaje a Saul Bass, probablemente el mejor especialista en títulos de crédito, la competición oficial continúa su marcha.

Los títulos presentados hasta ahora despiertan contradictorias opiniones, desde el entusiasmo al desdén, sin que pueda -hablarse aún de unanimidades...

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ENVIADO ESPECIAL, Mientras se presenta en sesión extraordinaria una copia nueva de Metrópolis el clásico filme de Fritz Lang del que se han descubierto nuevos fragmentos, acompañados ahora con la extraña música de Georges Moroder, y en otro apartado del festival se hace un concurso paralelo de trailers y, de camino, un homenaje a Saul Bass, probablemente el mejor especialista en títulos de crédito, la competición oficial continúa su marcha.

Los títulos presentados hasta ahora despiertan contradictorias opiniones, desde el entusiasmo al desdén, sin que pueda -hablarse aún de unanimidades aparatosas. Los santos inocentes, de Mario Camus, la película española que compite en la sesión oficial, ha sido criticada desde distintos ángulos estéticos y políticos: por encontrar un común denominador entre tan diversos juicios, puede señalarse el éxito personal de Francisco Rabal, para el que algunos periódicos sugieren ya un premio de interpretación, en algún caso compartido con Alfredo Landa.

Regreso de un viejo maquis

Ha sido el filme griego Viaje a Cítara, de Theo Angelopoulos, el nuevo llegado a la discusión. En planos bellísimos pero siempre alargados en duración, recreando un clima campestre en el que el tiempo adquiere una dimensión relajada, casi inmóvil, la película narra el regreso de un viejo maquis que, tras más de 310 años de exilio, no encuentra ahora un lugar propio en la tierra por la que luchó.Entre el realismo y la magia, su desventura se ofrece al espectador a lo largo de dos horas y media, sin que en muchos momentos se justifique tanta longitud. Filme irregular, apasiona y desencanta, exigiendo quizá nuevas visiones sin la premura histérica del ambiente festivalero. Viaje a Cítara será probablemente exhibida en España en la semana informativa que se organizará este año, como contrapartida a la que recientemente se ofreció en Atenas sobre cine español, dentro del mes cultural sobre España allí organizado.

En el recuerdo de hace unos días adquiere puntos el filme británico Otro país, en el que se denuncia el mecanismo de los colegios ingleses en la década de los treinta. Un claro espíritu militar, un angustioso e insensato respeto por la tradición y la inevitable hipocresía que ello genera son las constantes que presiden la vida de los muchachos protagonistas, frecuentemente entregados a actividades homosexuales. En el caso de quien preside la acción, homosexual divertido y cínico, el hipócrita rechazo de sus compañeros, aunque a veces amantes, le inclinará hacia el espionaje, vengándose así de las humillaciones recibidas. Filme clásico, pulcro, correcto, cuenta, como es habitual entre los intérpretes británicos, con un excelente trabajo actoral.

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