Un pueblo agasaja a su artista

Un enamorado del arte

A pesar de que últimamente llueven merecidamente sobre él premios y homenajes, no cubren todavía la deuda cultural que nuestro país tiene contraída con Eusebio Sempere. Vamos con esos hechos que demuestran la presencia recurrente de Sempere como pieza clave en la vanguardia española de los últimos 40 años. Nacido el 23 de abril de 1923 sufrió la guerra y la posguerra españolas, a cuyas incomodidades físicas se sumaron, en su caso, las espirituales, porque este país fue durante los años cuarenta particularmente asfixiante para quíenes sintieran de alguna manera inquietudes culturales.Sin medios...

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A pesar de que últimamente llueven merecidamente sobre él premios y homenajes, no cubren todavía la deuda cultural que nuestro país tiene contraída con Eusebio Sempere. Vamos con esos hechos que demuestran la presencia recurrente de Sempere como pieza clave en la vanguardia española de los últimos 40 años. Nacido el 23 de abril de 1923 sufrió la guerra y la posguerra españolas, a cuyas incomodidades físicas se sumaron, en su caso, las espirituales, porque este país fue durante los años cuarenta particularmente asfixiante para quíenes sintieran de alguna manera inquietudes culturales.Sin medios económicos por ruina familiar, Sempere consiguió, sin embargo, cursar los estudios de la Academia de San Carlos, de Valencia. Titulado pintor, enseguida hizo lo mismo que hacía entonces la mayoría de sus colegas con talento, siempre que se les ofrecía la oportunidad y, naturalmente, se lo permitían: marcharse a París. Esto ocurrió en 1948, y al año siguiente, en 1949, ya protagonizó un acontecimiento relevante para la historia del arte español de aquel momento: exhibir en la galería Mateu de Valencia la primera exposición de arte abstracto que se realizó en nuestro país tras la guerra civil.

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Este dato aislado, con ser revelador, no agota ni mucho menos la significativa aportación de Siempere a nuestra vanguardia local. En este sentido, lo que tiene mucho más mérito es que tras conectarse con los círculos artísticos avanzados de París, como se demuestra al ser admitido en el Salón de Realidades Nuevas, no quisiera romper su frustrante relación con el arte español. De esta manera, aun residiendo fuera de aquí hasta la década de los sesenta, apoya e interviene en todas las iniciativas por él conocidas de renovación plástica que se producen en nuestro país. En realidad a Sempere le ha gustado siempre estimular a los demás. Se sumó, por ejemplo, al grupo valenciano Parpalló y posteriormente tuvo un destacadísimo papel en el histórico Seminario de Generación Automática de Formas Plásticas, que llevó a cabo el centro de cálculo de la Universidad Complutense.

En la línea de la abstracción geométrica, Sempere llevó a cabo una obra originalísima y versátil, con incursiones experimentales en muy diversos campos de expresión. Pero no quiero destacar en esta ocasión el valor indiscutible de su aportación personal, sino esa generosa voluntad de animación cultural del panorama español que se culminará en 1976 con la donación de su importante colección personal para formar el Museo de Arte Contemporáneo que hoy está abierto en la Casa de la Asegurada, en Alicante. Este hombre, de aspecto frágil, sensible, cordial y muy querido de todos, lo ha hecho todo en el arte. Es un enamorado del arte, porque sólo los enamorados tienen esa capacidad sobreabundante de donación.

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