Crítica:'POP'

Elegancia, tecnología y riesgo

Elegancia y tecnología es la fórmula empleada por Ultravox para conseguir mantenerse en ese resbaladizo mundo de la música pop, en el que se envejece tan rápido y donde la falta de superación, traducida siempre en ausencia de rentabilidad comercial, significa el suicidio profesional. Pero para que este combinado resulte eficaz es preciso añadir el riesgo, que suele ser lo único que impide dormirse en los éxitos de ventas.Midge Ure, voz y guitarras; Bill Currie, teclista y cerebro compositor del grupo; Warren Can, ritmos electrónicos y batería, y Chris Cross, bajo y teclados, demostraron...

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Elegancia y tecnología es la fórmula empleada por Ultravox para conseguir mantenerse en ese resbaladizo mundo de la música pop, en el que se envejece tan rápido y donde la falta de superación, traducida siempre en ausencia de rentabilidad comercial, significa el suicidio profesional. Pero para que este combinado resulte eficaz es preciso añadir el riesgo, que suele ser lo único que impide dormirse en los éxitos de ventas.Midge Ure, voz y guitarras; Bill Currie, teclista y cerebro compositor del grupo; Warren Can, ritmos electrónicos y batería, y Chris Cross, bajo y teclados, demostraron ante una audiencia de poco más de 1.000 personas cómo puede un veterano grupo asumir con éxito el temible riesgo del directo: a partir de un escenario negro, con un moderno diseño de estructura metálica y decorado con un equipo luminotécnico que produciría resultados de ensueño, y con un sofisticado sistema inalámbrico de sonorización aún en experimentación, que deja muy atrás todo lo conocido, Ultravox convierte sus canciones en espectáculó de sensaciones.

Recital de música 'pop'

Ultravox, con The Messengers como teloneros. Pabellón de Deportes del Real Madrid.

Durante una hora y veinte minutos, casi todos los temas de su último álbum, Lament, y también los anteriores éxitos del grupo, Hymn y The voice, recrean un mundo nebuloso y épico en el que la poderosa voz de Midge Ure canta heroicamente, con el soporte musical del grupo y de dos multiinstrumentistas de apoyo, sin ningún truco grabado, conduciendo al extasiado público, sorpresa tras sorpresa, hasta ese punto álgido que se produce con Vienna, en el que uno ya no sabe si está viendo un concierto en directo o un vídeo. Al final, en el bis, tocan Lament, y se produce entonces una reflexión sobre esa melancolía que hace diferente a Ultravox de tantas otras elegantes y tecnificadas bandas de pop británco: es la melancolía que acompaña al riesgo, y que tiene más que ver con el sonido del piano que con el del sintetizador.

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