Crítica:

La Barcelona de los años veinte y el mogollón Brecht

L'òpera de tres rais (Die Dreigroschenoper), de Bertolt Brecht y Kurt Weill. Traducción: Joan Oliver (texto) y Feliu Formosa (canciones)Intérpretes: Felip Peña, Elisenda Ribas, Victòria Peña, Constantino Romero, Carme Sansa, Carles Canut y Anna Briansó, entre un reparto de 40 actores. Dirección: Mario Gas.



Teatre Rome
a, 9 de abril de 1984.



Quince, veinte años atrás, cualquier comentario crítico de: un espectáculo montado sobre o a partir de un texto de Brecht habría empezado por preguntarse si el espectáculo era debidamente brechtiano, es deci...

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L'òpera de tres rais (Die Dreigroschenoper), de Bertolt Brecht y Kurt Weill. Traducción: Joan Oliver (texto) y Feliu Formosa (canciones)Intérpretes: Felip Peña, Elisenda Ribas, Victòria Peña, Constantino Romero, Carme Sansa, Carles Canut y Anna Briansó, entre un reparto de 40 actores. Dirección: Mario Gas.

Teatre Romea, 9 de abril de 1984.

Quince, veinte años atrás, cualquier comentario crítico de: un espectáculo montado sobre o a partir de un texto de Brecht habría empezado por preguntarse si el espectáculo era debidamente brechtiano, es decir, si se ajustaba a la ortodoxia brechtiana, a los cánones del teatro épico. H.oy no. Hoy el teatro es, ante todo, espectáculo, y cuanto más brillante, mejor. Hoy, La ópera de perra gorda es, ante todo, la música de Weill y la coreografía; la tajada espectacular, cinematográfica, es lo que priva. Atrás quedaron los models, los carteles, la distanciación y toda la pesca.Para decirlo con palabras del fiscal Chamorro, el tirón que le dan a una señora en plena calle es tan sólo "una falta de educación" si lo comparamos con el tirón de Banca Catalana o de Rumasa. Hoy los beneficios que pueda reportar la mendicidad organizada como negocio honorable son un chiste al lado de otros honorabilísimos tinglados. Así pues, todo el anarquismo evolucionado, camino de un marxismo comme il faut, del Brecht de La ópera, queda hoy prácticamente diluido en la música, soberbia, de Kurt Weill, en el that is entertainment! que se zampa el libreto sin dejar ni la raspa. En esa nueva versión de L'òpera de tres rais -la primera, como es sabido, se estrenó en 1963-, la acción transcurre en la Barcelona de la Exposición Universal de 1929.

El espectáculo de Gas es lo que se dice un mogollón. Ahí hay de todo. Pitarra, el cine mudo, el musical a lo Bob Fosse, el sainete costumbrista catalán, la parodia operística, el cabaré, un expresionismo muy sui géneris, la zarzuela -a Brecht le cae bien el género chico, como diría un ilustre colega-, la referencia cinematográfica -el comienzo es un homenaje a My fair lady - el gag mondo y lirondo. Todo ello, al cabo de las más de tres hora y media que dura el espectáculo -con dos descansos-, acaba por marear.

La interpretación es muy desigual. Ante todo hay que decir que no hay ninguna voz que esté a la altura, no ya de la música de Weill, sino de la flauta de Cortadellas o del clarinete de Gaspá. Los músicos son francamente buenos, pero los actores no son unos grandes ni unos pequeños cantantes. La mejor canción es, a mi modo de ver, la Balada de la tiranía sexual, cantada por Elisenda Ribas.

Volviendo a la interpretación, Victória Peña, Anna Briansó, Carles Canut. Carme Sansa. Xavier Capdet, Joan Velilla, Pepe Lu Arrébola, Alicia Orozco y Mingo Ráfols -y tal vez olvido uno o dos más- hacen un excelente papel, a veces un extraordinario papel, como Canut (Gómez el Tigre), como Vietória Peña (Paula Pich) y Anna Briansó (Rosó Gómez). Elisenda Ribas, que canta tan bien, parece, en cambio, inmersa en una gatada pitarresca cuando se flipa con el agua del Carmen-, y Felip Peña se mueve en el área del sainete, como Bertomeu Olsina. En cuanto a Constantino Romero, que interpreta el papel de Mac el Capitán, se trata de un profesional que viene de la radio y del doblaje, que jamás había hecho teatro y menos en catalán, que jamás había bailado ni cantado en escena.

Estupenda escenografía de Marcelo Grande, recreando un barrio chino que se come parte de las paredes del teatro concretamente, todos los palcos y parte del primero y segundo piso-. Resumiendo, un Brecht que se busca, que se busca como espectáculo, en el que priva la escenografía, la coreografía y el cromo, agradecidísimo, sobre la verdad y la unidad del trabajo interpretativo.

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