Crítica:CINE

Héroe de tebeo antiguo

El ambiente del desierto, de sus tribus y costumbres, de su moral y hasta algo de su historia sirven aquí, en esta película, para ilustrar una historia vieja, ya conocida, procedente de los tebeos mitificadores del héroe por la que un solo hombre puede enfrentarse a las tropas que colonizaron su país y que rechazan, por tanto, su concepto de la vida, pero no sus riquezas. Volvemos, pues, al personaje carismático que sabe resolver los problemas de un pueblo entero: toda una estética del fascismo se concentró en tal mito.Esta película, sin embargo, no discurre por los terrenos directos de la cró...

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El ambiente del desierto, de sus tribus y costumbres, de su moral y hasta algo de su historia sirven aquí, en esta película, para ilustrar una historia vieja, ya conocida, procedente de los tebeos mitificadores del héroe por la que un solo hombre puede enfrentarse a las tropas que colonizaron su país y que rechazan, por tanto, su concepto de la vida, pero no sus riquezas. Volvemos, pues, al personaje carismático que sabe resolver los problemas de un pueblo entero: toda una estética del fascismo se concentró en tal mito.Esta película, sin embargo, no discurre por los terrenos directos de la crónica política sino por los de las anécdotas particulares de un tuareg dispuesto a salvar de la cárcel y quizás de la muerte a aquel a quien ofreció su hospitalidad. Se trata de una simple aventura en la que tan importantes son los efectos visuales, las batallas o los paisajes; salvo estos últimos, los demás elementos del género aparecen debilitados.

Tuareg

Director: Enzo G. Castellad. Guión: Vicente Escrivá y Alberto Vázquez Figueroa, según la novela de este último. Fotografía: John Cabrera. Música: Riz Ortolani. Intérpretes: Mark Harmon, Luis Prendes, Ritza Brown, Aldo Sambrell, Claudia Gavi, Paolo Malco y Emiliano Redondo. Aventuras. Española, 1983.Locales de estreno: Roxy A, Princesa, Montera, Windsor B, Consulado, Victoria, Versalles, Liceo y Garden.

No está la actual cinematografía española para presupuestos de la envergadura necesaria, y de ahí que se escamotee en la película parte de su espectáculo clásico para dejarlo reducido a la insinuación. Cuando el filme no necesita de virtuosismos y sólo en la narrativa tiene su apoyo, se justifica mejor, incluso entretiene.

Falta de humor

"Un tuareg nunca tiene miedo. Puede transformarse en piedra y hasta puede parar el latido de su corazón". Esa es la fuerza del señor del desierto, personaje que interpreta el actor Mark Harmon con más voluntad que atractivo: su héroe es plano, estático, de una pieza, pero quizá coherente con esta aventura en la que los guardias armados persiguen a carreras a su enemigo sin disparar un solo tiro o en la que sólo en un momento, y sin suficiente explicación, se habla en árabe para que no olvidemos dónde estamos.Al filme le falta humor para que tenga actualidad: hace ya tiempo que este tipo de aventuras esquemáticas ha pasado a la pequeña pantalla, donde la exigencia es menor. En cualquier caso, supone un esfuerzo notable de producción y una ocasión para conectar con la novelística tan popular del escritor Alberto Vázquez Figueroa, no siempre atendida por el cine, y en la que se basa el filme.

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