Crítica:CINE /'EL HOMBRE ATRAPADO'

Volver a Lang

The man hunt (El hombre atrapado) es un extraño filme de propaganda antinazi construido sobre las ideas contrapuestas que tienen británicos y germanos con respecto a la caza. Si para los primeros lo importante es el juego del acoso -demostrar que se es capaz de vencer al enemigo-, para los segundos no basta con saber y demostrar, sino que es necesario hacer.

Todo arranca de un equívoco: el mejor cazador inglés es detenido cerca de Berstcligaden y acusado (todas las pruebas están en su contra) de querer atentar contra la vida de Falirer. El destino va a entrometerse ...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

The man hunt (El hombre atrapado) es un extraño filme de propaganda antinazi construido sobre las ideas contrapuestas que tienen británicos y germanos con respecto a la caza. Si para los primeros lo importante es el juego del acoso -demostrar que se es capaz de vencer al enemigo-, para los segundos no basta con saber y demostrar, sino que es necesario hacer.

Todo arranca de un equívoco: el mejor cazador inglés es detenido cerca de Berstcligaden y acusado (todas las pruebas están en su contra) de querer atentar contra la vida de Falirer. El destino va a entrometerse con las peripecias del prisionero, que sale milagrosamente vivo de un accidente preparado por las autoridades hitlerianas para deshacerse de él. A partir de ahí la persecución ocupará el resto de la película, utilizando los servicios secretos alemanes toda clase de artimañas, desde las del mero chantaje hasta las más crueles. Al final, la flema y educación de los súbditos de la reina Isabel se convertirán en acción y belicosidad, como si Lang quisiera advertirnos de la inconveniencia de refugiarse en el fair play cuando el contrario desoye cualquier indicación arbitral.

El hombre atrapado (The man hunt)

Director: Fritz Lang. Intérpretes: Walter Pidgeon, Joan Bennett, George Sanders. Local de estreno: Luchana 2.

El hombre atrapado contiene muchos detalles sorprendentes, como el de su final abierto o el del asesinato de Joan Bennett. Sin duda, la fecha de rodaje, recién iniciada la segunda guerra mundial y con Estados Unidos sin intervenir en ella, determina la inmediatez y reduccionismo de las argumentaciones.

El contraste entre la simpleza conceptual y la depuración de estilo de que Lang hace gala en muchos momentos crea una suerte de distorsión y efecto de extrañamiento que tan pronto resulta imponente (todas las secuencias en el barco, con el niño preludiando Moonflet) como se revela poco acorde con las necesidades de la trama.

Eso sí, en El hombre atrapado de Fritz Lang hay planos memorables, como ese en el que la cámara se queda en el rastro que han dejado los pies de Pidgeon sobre la tupida y lujosa moqueta del malvado nazi encarnado por Sanders.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En