"Entregar sangre es la manera más fácil de hacer caridad", dice Enrique Montoro, asiduo donante

Enrique Montoro, de 61 años de edad, profesor de mecánica en el Instituto Politécnico Virgen de la Paloma, lleva 30 años ofreciendo su sangre de forma totalmente gratuita en los hospitales madrileños. En ese tiempo ha realizado más de 100 entregas, con cerca de 45 litros en total (unas nueve veces el volumen de sangre que tiene normalmente una,persona). En su largo historial como donante, Montoro ha ofrecido su sangre para ayudar a los heridos de catástrofes mundiales como el terremoto de Agadir o el de Managua. "A mí", dice, "la entrega de sangre me parece la manera más fácil y cómoda de hace...

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Enrique Montoro, de 61 años de edad, profesor de mecánica en el Instituto Politécnico Virgen de la Paloma, lleva 30 años ofreciendo su sangre de forma totalmente gratuita en los hospitales madrileños. En ese tiempo ha realizado más de 100 entregas, con cerca de 45 litros en total (unas nueve veces el volumen de sangre que tiene normalmente una,persona). En su largo historial como donante, Montoro ha ofrecido su sangre para ayudar a los heridos de catástrofes mundiales como el terremoto de Agadir o el de Managua. "A mí", dice, "la entrega de sangre me parece la manera más fácil y cómoda de hacer caridad".Tiene la vena del brazo derecho encallecida de tantos pinchazos. Realizó la primera donación de su vida en el hospital infantil de San Rafael. "Llevé al mayor de mis hijos al centro para que le atendieran de una lesión de columna. Cuando me encontraba allí se produjo un llamamiento de emergencia y me ofrecí voluntario". Desde entonces acude cada tres meses, acompañado a veces por su esposa, a los distintos centros sanitarios. "Hay que vencer el miedo", dice

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Montoro. "A nadie le gusta que le claven el banderillazo, pero hay que convencerse de la necesidad de ayudar a los demás. La gente no se da cuenta del enorme problema que representa la falta de sangre en un hospital hasta que no se encuentran en una situación de emergencia. Si la sangre pudiera fabricarse no haría falta nuestra colaboración, pero como no es así, todos tenemos que ayudar". Montoro, para quien la donación de sangre se ha convertido en un rito, ha prohibido, sin embargo, a su esposa que acuda a en tregar más sangre porque "ella tiene las venas muy dificiles de localizar y muy profundas". Él no ignora que su esposa ha acudido en diferentes ocasiones a escondidas para efectuar algunas donaciones.

Enrique Montoro, que enseña a jovenes de 15 a 18 años mecánica de precisión para la fabricación de piezas en serie, se ha convertido con el paso del tiempo, además de en un superdonante, en una especie de predicador de la necesidad de colaborar con los demás.

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