Cartas al director

La Iglesia y la enseñanza

En EL PAIS del miércoles 18 de enero he leído la información dada por Esteban S. Barcia sobre el comunicado de la Comisión Episcopal de Enseñanza. Si el Ministerio de Educación no da una respuesta a este comunidado, yo, desde mi humilde posición sí haría unos comentarios al mismo.Sin entrar en la opinión que dicho comunicado difunde acerca del libro Información sexual para niños, de Benth H. Claeson, o la protesta de la Iglesia por las "dificultades para mantener en colegios públicos signos tan universales como es el crucifijo", habría, sin embargo, que aclarar a los señores obis...

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En EL PAIS del miércoles 18 de enero he leído la información dada por Esteban S. Barcia sobre el comunicado de la Comisión Episcopal de Enseñanza. Si el Ministerio de Educación no da una respuesta a este comunidado, yo, desde mi humilde posición sí haría unos comentarios al mismo.Sin entrar en la opinión que dicho comunicado difunde acerca del libro Información sexual para niños, de Benth H. Claeson, o la protesta de la Iglesia por las "dificultades para mantener en colegios públicos signos tan universales como es el crucifijo", habría, sin embargo, que aclarar a los señores obispos algo sobre eso que ellos llaman -poniendo el grito en el cielo- "prepotencia. del Estado".

El Estado, al mantener una situación de prepotencia sobre la sociedad, está en su papel. Esa situación prepotente es inherente al mismo concepto, de Estado; éste la manifiesta mediante las dos acciones de restringir y proteger.

Restringir (dentro de los límites constitucionales) las actitudes de sectores de la sociedad (la Iglesia, por ejemplo), que con sus acciones puedan superponerse a las actitudes de otros sectores menos favorecidos, y respecto a éstos últimos, el Estado ejerce su acción de proteger.

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Los señores obispos se equivocan al referirse a la acción prepotente del Estado como algo fuera dé sí. Si el Estado dificulta la permanencia de crucifijos en centros públicos, por ejemplo, está aplicando, mediante sus instituciones, el principio constitucional de igualdad, es decir, restringe y protege, cumpliendo su papel escrupulosamente.

Hace ya tiempo que la Iglesia dejó de ser Estado, o Estado dentro del Estado. Señores obispos: o ustedes se resignan a entender el principio constitucional de igualdad (artículo 92) o no habrá más remedio que pensar en su inadaptación a la dinámica de un sistema democrático, éste, por ejemplo, del que muchos españoles nos sentimos orgullosos. / estudiante de Derecho.

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