El homenaje a Mairena convirtió al Círculo de Bellas Artes en catedral madrileña del flamenco

Hubo verdaderos tumultos para entrar en el teatro del Círculo de Bellas Artes de Madrid. El aforo, de quinientas y pico de localidades, se quedó varias veces pequeño para recibir a todos los que quisieron estar presentes en lo que se preveía iba a ser algo así comno un cónclave de los más altos oficiantes de ese extraño arte, o religión, o misterio que se llama flamenco.

En este homenaje al cantaor Antonio Mairena participaban: al baile: Pepa Montes. Al cante: Curro de Triana, Chano Lobato, Chaquetón, Fernando de Utrera, Fosforito, Manolo Heras, Lebrijano, Manuel Mairena, María, 'la Per...

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Hubo verdaderos tumultos para entrar en el teatro del Círculo de Bellas Artes de Madrid. El aforo, de quinientas y pico de localidades, se quedó varias veces pequeño para recibir a todos los que quisieron estar presentes en lo que se preveía iba a ser algo así comno un cónclave de los más altos oficiantes de ese extraño arte, o religión, o misterio que se llama flamenco.

En este homenaje al cantaor Antonio Mairena participaban: al baile: Pepa Montes. Al cante: Curro de Triana, Chano Lobato, Chaquetón, Fernando de Utrera, Fosforito, Manolo Heras, Lebrijano, Manuel Mairena, María, 'la Perrata', José Menese, José Mercé. Al toque: Juan Carmona, hijo, Enrique de Melchor, Juan Carmona, 'Habichuela', Pepe Carmona, 'Habichuela', Ricardo Miño, Pedro Peña, Perico, 'el del Lunar', hijo. Festeros: Juana, 'la de Revuelo', Paco Valdepeñas. Muchos de ellos, difícil de escuchar fuera de sus lugares habituales y, desde luego, nunca todos juntos.Las entradas se habían agotado varios días antes. Las llamadas a amigos, a artistas, a conocidos mendigando un lugar fuera y como fuera se multiplicaron a medida que se aproximaban el día y la hora previstos. Se llegaron a ofrecer hasta 10.000 pesetas por una entrada. Nunca el mudo esplendor de los fastuosos salones del Círculo de Bellas Artes habían conocido nada igual.

Y cuando se abrieron las puertas de la sala resultó que fuera quedaba más público que el recibido dentro. Gentes que habían llegado de Tenerife, de Francia, de Bélgica, de Valladolid, de Tomelloso, de Aranjuez, de Sevilla, de Málaga, de otros muchos sitios, y que no podían entrar, y que estaban dispuestos a entrar como fuera. Al final, parece que el ministro de Cultura, Javier Solana, que asistió al espectáculo, dio orden de que se abrieran las puertas para todo el mundo, y quienes no tenían asiento siguieron en pie el acontecimiento.

Como una ceremonia religiosa

Y hay que decir que todo el espectáculo -más de cuatro hora de duración- fue seguido en riguroso silencio, sin un murmullo extemporáneo, con el respeto propio de una ceremonia religiosa. Oímos comentar a algunos de los artistas actuantes llegados de Andalucía, y lo decían con sorpresa y admiración: "En el Sur no se escucha así flamenco".Efectivamente, el teatro del Círculo de Bellas Artes se convirtió por arte y magia de los duendes en una auténtica catedral de lo jondo. La trlevisión andaluza desplazó un equipo a Madrid para hacer un especial del acontecimiento; hubo pleno de la Prensa; varias emisoras de radio transmitían en directo; presumiblemente, España entera se impregnó de los ecos, de los quejíos, de las esencias que emanaban de allí.

Fueron varios los comentaristas de flamenco y escritores que acudieron a este insólito encuentro de arte flamenco en Madrid. "Una noche llena de emoción", comentaba Félix Grande, "una hermosa noche flamenca. Casi todo lo que hemos visto ha sido extraordinario".

Un momento particularmente emotivo fue la actuación de Manuel Mairena, en los cantes inolvidables de su hermano, de su casa. Después le acompañaron en una memorable ronda de tonás/martinetes Chaquetón, José Mercé, Lebrijano y José Menese, y a continuación en la sala abarrotada se oyó la voz de Antonio Mairena en las tonás de su último disco, el que apareció póstumo, que fueron escuchadas con recogimiento sepulcral.

Otro dato sobresaliente de la noche fue que ni uno solo de los artistas anunciados falló a la convocatoria, lo que era importante, porque había nombres que raramente vienen aquí. Había expectación por ver a todos, a ellos quizá más. No defraudaron, nadie defraudó; en el aplauso y la complacencia del público no hubo una sola nota discordante.

Francisco Vallecillo, director del Departamento de Flamenco de la Junta de Andalucía, mostró su complacencia por el desarrollo de la velada. "Noches como la de hoy hacen amar este arte", comentó. "No es frecuente que todo se produzca a un nivel de calidad y respeto como los que aquí estamos presenciando". Y uno de los habituales en las veladas flamencas españolas apostilló con entusiasmo por la que se había producido el acontecimiento de anteanoche: "Los duendes, los duendes".

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