'I COLOMBAIONI' La tradición agotada
I Colombaioni
Mario y Romano Colombaioni.
Teatro Bellas Artes. Madrid
Si estos Colombaioni que están ahora en el Bellas Artes son distintos de otros que afligieron ya a algunas salas madrileñas, como aseguran sus importadores, se trata de un caso admirable de mimesis familiar. Son iguales. Herederos de una antigua tradición italiana, hacen sus entradas y sus pantomimas como se hacían hace tantos años, y como tantas veces se ha repetido en el circo.Los dos -Romano y Mario- tienen admirables rostros cómicos y una dotes excepcionales de fle...
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I Colombaioni
Mario y Romano Colombaioni.
Teatro Bellas Artes. Madrid
Si estos Colombaioni que están ahora en el Bellas Artes son distintos de otros que afligieron ya a algunas salas madrileñas, como aseguran sus importadores, se trata de un caso admirable de mimesis familiar. Son iguales. Herederos de una antigua tradición italiana, hacen sus entradas y sus pantomimas como se hacían hace tantos años, y como tantas veces se ha repetido en el circo.Los dos -Romano y Mario- tienen admirables rostros cómicos y una dotes excepcionales de flexibilidad en los músculos de la cara; pero no van más allá de dos o tres expresiones fijas.
Probablemente, en un espectáculo de 12 minutos, dentro del género de las variedades, o en la pista de un club nocturno, entre otras atracciones, los Colombaioni pasarían por una buena pareja de payasos de la línea clásica de la commedia dell'arte con el rostro limpio y la intención intelectual. Para un espectáculo de dos horas de duración les falta una decisión de ir a algo, de darle algún sentido a su espectáculo.
A veces se les puede imaginar interpretando un Beckett, o un Darío Fo, o algo en esa línea por la que el teatro contemporáneo ha desenvuelto la ingenuidad primitiva. Como les falta ese sentido, como su propia imaginación es insuficiente y su valor plástico se agota en un instante, lo que se va desarrollando es el tedio, y probablemente no hay nada peor que este desaliento cuando se le añade el deseo de reír y la desazón de que lo que inician conduzca a algo. Falta imaginación, y falta también algo esencial en su género: la improvisación.
Dentro de todo ello, tienen gran oficio, y un excelente desparpajo para entrar en comunicación con los espectadores. Son muy brillantes sus primeros minutos, y también se les despide con placer.