Crítica:CINE /'AS DE ASES'

Humor por los pelos

Exceptuando su habilidad para la taquilla, pocos valores más tiene el director Gérard Oury, empeñado siempre en forzar el humor aunque ahogue para ello cualquier lógica dramática: obcecadamente, se dirige a lograr resultados sin mirar el camino que atraviesa. Las locas aventuras de Rabbi Jacob, La gran juerga o Delirio de grandeza, tres de sus últimas películas, eran ya pruebas de que Oury no tiene la gracia de Philippe de Brocca, a quien probablemente quisiera parecerse.En manos de Gérard Oury, Belmondo pretende aportar idéntica desenvoltura a la de El hombre de Río o a la de ...

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Exceptuando su habilidad para la taquilla, pocos valores más tiene el director Gérard Oury, empeñado siempre en forzar el humor aunque ahogue para ello cualquier lógica dramática: obcecadamente, se dirige a lograr resultados sin mirar el camino que atraviesa. Las locas aventuras de Rabbi Jacob, La gran juerga o Delirio de grandeza, tres de sus últimas películas, eran ya pruebas de que Oury no tiene la gracia de Philippe de Brocca, a quien probablemente quisiera parecerse.En manos de Gérard Oury, Belmondo pretende aportar idéntica desenvoltura a la de El hombre de Río o a la de Las tribulaciones de un chino en China, coincidir con el cinismo que hacía imprevisibles sus personajes anteriores y aprovechar las cualidades físicas de sus ágiles 50 años, pero la ruta tomada por el director no aprovecha bien el esfuerzo y realiza una película en zig-zag. Las reacciones de los personajes más imprevisibles son gratuitas: dependen de la necesidad de cada broma, de cada chiste.

As de ases

Director: Gérard Oury. Guión: Oury y Daniele Thomson. Fotografia: Xavier Schwarzenberger. Música: VIadimir Cosma. Intérpretes: Jean Paul Belmondo, Marie France Pisier, Rachid Ferrache, Frank Hoffman. Francoalemana, 1982. Comedia de aventuras. Locales de estreno: Calpitol, Luchana y Carlton.

Siendo inverosímiles, buena parte de las mejores comedias de la historia del cine nos convence de lo contrario por su sinceridad y, claro está, por la inteligencia de unos guiones que sabiamente prepara en el terreno sin que el espectador lo advierta, sin quebrar su emoción.

As de ases, que posee momentos aislados de cierto humor, no domina, en cambio, esa ciencia narrativa, y desperdicia largos momentos para alcanzar una posible situación cómica.

Podemos creer, porque es disparatado, que el entrenador de los boxeadores franceses que participan en la Olimpiada de Berlín de 1936 se vea metido en un curioso lío con la Gestapo (a la que fácilmente- vence) y acabe encerrado en la misma casa de Hitlier, enamorando a su hermana. Pero es dramáticamente muy barato que la inteligencia de los protagonistas dependa de la estupidez de sus adversarios: son tan bobos los nazis, tan absurdos sus admiradores, que viendo As de ases resulta dificil creer cuanto ocurrió en la historia real.

Lubitsch en Ser o no ser no precisó de tanta caricatura ni limitó la crítica a la patochada. No obstante, son muchos los espectadores que ríen alborozados con las peripecias de la película. Quede constancia.

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