Crítica:CINE / 'LA QUIMERA DEL ORO'

Hambre en la nieve

Aunque sea el primer gran largometraje de Chaplin, La quimera del oro contiene ya algunas de las más famosas secuencias de su carrera, imprescindibles en cualquier antología sobre el cine cómico de la época: Charlot comiéndose una bota. recién hervida o haciendo bailar a dos panecillos trinchados resumen espléndidamente las características miserables de su personaje, enfrascado esta vez en la búsqueda de oro en Alaska, mientras lucha con el hambre más inmediata.Paralelamente, otros momentos del filme sintetizan la imaginación y habilidad de Chaplin para resolver situaciones tan descabel...

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Aunque sea el primer gran largometraje de Chaplin, La quimera del oro contiene ya algunas de las más famosas secuencias de su carrera, imprescindibles en cualquier antología sobre el cine cómico de la época: Charlot comiéndose una bota. recién hervida o haciendo bailar a dos panecillos trinchados resumen espléndidamente las características miserables de su personaje, enfrascado esta vez en la búsqueda de oro en Alaska, mientras lucha con el hambre más inmediata.Paralelamente, otros momentos del filme sintetizan la imaginación y habilidad de Chaplin para resolver situaciones tan descabelladas como la de la cabaña milagrosamente suspendida de un precipicio y de la que es imposible salir. El ternurismo con el que aderezaba las situaciones sentimentales se repite en La quimera del oro quizá con más detalle por ser el primer auténtico largo de Charlot, pero no impide que las secuencias puramente cómicas justifiquen una vez más la consideración de genio que su autor ha recibido.

La quimera del oro

Guión y dirección: Charles Chaplin. Fotografía: Roland Totheron y Jack Wilson. Intérpretes: Charles Chaplin, Mark Swain, Georgia Hale, Tom Murray. Humor, Norteamericana, 1925. Local de estreno: Imperial. Madrid.

Fue conflictivo el rodaje de la película. Ya tenía Chaplin una escandalosa fama de galante enamorado cuando encontró a la joven que debía interpretar a la protagonista, y de la que, como en la película, se enamoró. Pero no tuvo suerte con el romance: la actriz entendió que sólo divorciándose de Chaplin arreglaría económicamente su futuro.

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