Cartas al director

Detención de feministas

Posiblemente, no lo dudo, Gregorio Peces-Barba sea un perfecto conocedor de las leyes y las ordelanzas. No obstante, creo como ,mínimo desafortunada su intervención en lo referido a la disolución de las feministas que manifestándose frente a las Cortes el día 4 sólo hacían uso -incorrecto por la oportunidad, si se quiere, pero uso y derecho- de la palabra y la voz. Sé perfectamente que, teóricamente, en todo régimen democrático hay cauces, digamos otros, para expresar en libertad la propia opinión, aspiración o protesta. Lo que ocurre es que ante determinados temas, el aborto, por ejemplo, la ...

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Posiblemente, no lo dudo, Gregorio Peces-Barba sea un perfecto conocedor de las leyes y las ordelanzas. No obstante, creo como ,mínimo desafortunada su intervención en lo referido a la disolución de las feministas que manifestándose frente a las Cortes el día 4 sólo hacían uso -incorrecto por la oportunidad, si se quiere, pero uso y derecho- de la palabra y la voz. Sé perfectamente que, teóricamente, en todo régimen democrático hay cauces, digamos otros, para expresar en libertad la propia opinión, aspiración o protesta. Lo que ocurre es que ante determinados temas, el aborto, por ejemplo, la sociedad española nunca haPasa a la página 12

Detención de feministas

Viene de la página 11permitido la suficiente circulación de opiniones, y no sólo opiniones. A veces, la democracia, los parlamentos, tampoco incluyen en sus escaños todas las voces. ¿O es que las voces de esas mujeres no son voces? No se pueden discutir -dicen- las medidas legales, no siempre justas, que son aplicadas por el orden, pero no se olvide que no siempre semejantes disposiciones coinciden o tienen que ver con las aspiraciones de aquellos sujetos o grupos que ellas mismas censuran o prohíben. El Parlamento debe darse cuenta de que no todas las voces del país son suyas. El criterio de representatividad es tan sólo una cuestión numérica, no un problema ontológico. Siendo esto así, ¿cómo negar el derecho a hablar a un movimiento, a unas gentes que son parte de las realmente implicadas en el problema del aborto? El derecho al propio cuerpo, a la libre manifestación y expresión del mismo, es algo tan obvio, que debía hacer reflexionar a sesudos juristas respecto, al menos, la oportunidad de aplicación de una ordenanza.

Por otro lado, el problema de la sexualidad no ya tan sólo de la mujer, sino en general de todo ser no convertido en cosa, no creo que tenga demasiado que ver con proyectos típicamente decimonónicos que no responden a la realidad que se censura, policialmente, esa tarde del Congreso. / .

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