Una 'guerra' irracional

La guerra de las banderas iniciada en el ayuntamiento de Tolosa está adquiriendo irremisiblemente el tono y el eco deseado por quienes la iniciaron. Las barricadas en las calles, los enfrentamientos con la fuerza pública y la suspensión de las fiestas populares en Rentería, segunda etapa de esta nueva provocación claramente premeditada, son las secuencias de este enésimo episodio de tensión que se vive en el País Vasco.El habitual clima de violencia y de crispación política que caracteriza la vida en Euskadi resta a estos sucesos, aun siendo graves, el impacto de lo inesperado, pero, co...

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La guerra de las banderas iniciada en el ayuntamiento de Tolosa está adquiriendo irremisiblemente el tono y el eco deseado por quienes la iniciaron. Las barricadas en las calles, los enfrentamientos con la fuerza pública y la suspensión de las fiestas populares en Rentería, segunda etapa de esta nueva provocación claramente premeditada, son las secuencias de este enésimo episodio de tensión que se vive en el País Vasco.El habitual clima de violencia y de crispación política que caracteriza la vida en Euskadi resta a estos sucesos, aun siendo graves, el impacto de lo inesperado, pero, como siempre en estos casos, la interrogante está en saber en qué puede acabar este nuevo acceso de locura colectiva. Sobre todo cuando el arma arrojadiza de la disputa es, en esta ocasión, una bandera. La historia y la sociología guardan testimonios abundantes de hasta qué punto nuestros fanatismos familiares prenden con singular virulencia al amparo de los símbolos.

La posición de firmeza expresada por Felipe González ante los hechos de Rentería responde sin duda alguna a la responsabilidad exigida al presidente del Gobierno como principal garante del cumplimiento del ordenamiento constitucional. En este sentido, sólo cabe alabar su decisión pública de "no tolerar que se atente contra las sefías y el símbolo de la unidad nacional". La bandera de España no es, en efecto, una mera conjunción de colores que pueda despertar ánimos contrapuestos entre la ciudadanía, sino la traducción -simbólica, si se quiere, pero real de una realidad constitucional que atañe y vincula a la inmensa mayoría del pueblo. ( ... )

Otra cosa es albergar dudas de que una forma eficaz de salvaguardar la ley en el dificil paisaje político del País Vasco sea destacar a medio centenar de policías de paisano, armados de porras y grilletes, como guardia de un edificio consistorial. Por aquí es donde la elogiable firmeza del Ministerio del Interior podría verse conducida peligrosamente a la tentación de colocar los medios de su política muy por delante de los fines que pretende conseguir. Y, por el otro lado, la facilidad con que nacionalistas vascos, Euskadiko Ezkerra y Herri Batasuna se han unido para pedir la dimisión del alcalde de Rentería equivale a otra señal de alerta por exceso de velocidad. ( ... )

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En cualquier caso, nada surge por generación espontánea. Nadie alberga la mínima duda de que esta nueva explosión de irracionalidad política y de incivismo se aprovecha y se nutre alevosamente del actual clima de desacuerdo frontal entre los Gobiernos de Madrid y Vitoria.( ... )

26 de julio

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