DECIMOCUARTA CORRIDA DE LA FERIA DE SAN ISIDRO

Celestino Cuadri cree que "algo raro" pasó con sus toros en Madrid

El ganadero sevillano Celestino Cuadri cree que "algo raro" pasó con sus toros que se lidiaron el pasado martes y que decepcionaron por su juego aparentemente del castado, casi sonámbulo. Mientras Cuadri no quiere acusar a nadie ni tiene documentación concreta para señalar manipulaciones, ni fraudes, opina que sus reses salieron "anormales", con unas características muy poco naturales.Los toros de Cuadri -que fueron lidiados por Ángel Teruel, Dámaso González y Emilio Muñoz- salieron uniformemente sosos, sin pujanza, "tristes, como si estuvieran en un funeral, como seis muertos", dijo el ganade...

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El ganadero sevillano Celestino Cuadri cree que "algo raro" pasó con sus toros que se lidiaron el pasado martes y que decepcionaron por su juego aparentemente del castado, casi sonámbulo. Mientras Cuadri no quiere acusar a nadie ni tiene documentación concreta para señalar manipulaciones, ni fraudes, opina que sus reses salieron "anormales", con unas características muy poco naturales.Los toros de Cuadri -que fueron lidiados por Ángel Teruel, Dámaso González y Emilio Muñoz- salieron uniformemente sosos, sin pujanza, "tristes, como si estuvieran en un funeral, como seis muertos", dijo el ganadero ayer por teIéfono desde Andalucía. Su juego contrastó marcadamente con el de los toros que Cuadri lidió en las fallas de Valencia hace dos meses: aquéllas eran reses dotadas de una, casta excepcional, se comían los engaños y abatían los caballos. Eran toros atléticos y pujantes, de gran emoción.

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"Los toros de Valencia y Madrid tenían buena nota, eran hermanos, hijos del mismo semental", señaló Cuadri. "Por eso extraña más su juego en Madrid".

Cuadri dijo que cuando se embarcaron estos toros en la dehesa "eran normales, toros alegres. Pero después de dejar la Venta del Batán y pasar a los corrales de la plaza tuvieron otro aspecto, de estar enfermos. La mañana del reconocimiento apenas se movían en los corrales, estaban como tristes, y los veterinarios quisieron echar la corrida para atrás por creerla enferma. Por respeto a la empresa se optó por reconocerla de nuevo el día de la corrida, y efectivamente parecía que se comportaban con cierta normalidad, pero luego salieron con ese juego tan raro y extraño".

Cuadri insistió en que no tiene ninguna prueba para acusar a nadie, pero reconoció -como han señalado algunos críticos taurinos- que podría ser perfectamente posible alterar el juego de toros bravos a través de drogas o somníferos inyectados o metidos en el agua. Señaló que es práctica común en las ganaderías inyectar a un toro enfermo con un tipo de jeringa colocada al extremo de una vara.

Cuadri opina que una medida para detectar posibles fraudes de este tipo sería la obligación de hacer análisis de la orina de las reses después de las corridas, como las pruebas anti-doping que se practican en muchos deportes. El nuevo reglamento taurino que se elaborará dentro de poco contempla esta posibilidad.

"La verdad", dijo Cuadri "si no hay algo artificial que modifique a estos toros míos que se lidiaron en Madrid, no es natural que hubiesen salido tan uniformemente extraños de comportamiento. Vuelvo a insistir: algo raro ha pasado".

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