Crítica:'JAZZ'

Los nuevos sultanes del 'swing'

En la época gloriosa del swing, los Savoy Sultans formaban una de las bandas locales del célebre Savoy Ballroom de Nueva York. Eran nueve músicos, o sea, un grupo no muy numeroso, pero se enfrentaron a las grandes orquestas de la época, y cuentan las historias que pudieron con todas, exceptuando una vez que dejaron ganar por cortesía a una banda de señoritas. El líder de los Sultans era el saxo y clarinete Al Cooper, y tenían un batería, Razz Mitchell, que no hacía muchos solos, pero era una auténtica fábrica de ritmo.Ahora el grupo ha sido reconstruido por otro batería, Panama F...

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En la época gloriosa del swing, los Savoy Sultans formaban una de las bandas locales del célebre Savoy Ballroom de Nueva York. Eran nueve músicos, o sea, un grupo no muy numeroso, pero se enfrentaron a las grandes orquestas de la época, y cuentan las historias que pudieron con todas, exceptuando una vez que dejaron ganar por cortesía a una banda de señoritas. El líder de los Sultans era el saxo y clarinete Al Cooper, y tenían un batería, Razz Mitchell, que no hacía muchos solos, pero era una auténtica fábrica de ritmo.Ahora el grupo ha sido reconstruido por otro batería, Panama Francis. Él es el nuevo líder, y los Sultans son, por tanto, sus Savoy Sultans. Lógicamente, Panama se reserva más espacio para él solo, pero lo importante es su manera de hacer ritmo para el grupo, porque no ha querido cambiar el espíritu de la banda: el swing es lo suyo. Hay otros buenos músicos en los nuevos Sultans: el saxo alto Charles Williams, cuyos defectos se olvidan ante su sentido del humor y su habilidad para la cita inesperada; el único blanco de la formación, el trompeta Spanky Davis, que toma muchas cosas de Roy Eldridge, entre ellas la norma fundamental de que hay que correr riesgos; el pianista Sammy Benskin, que pone en sus solos un gustoso acento de blues...

Panama Francis and his Savoy Sultans

III Jornadas Jazz de Madrid. Carpa del cuartel de Conde Duque. Madrid, 14 de mayo.

Fórmula eficaz

Los Sultans son una fórmula de gran eficacia para entretener al público, y de ahí su éxito en las dos épocas de su historia. Con la diferencia de que en la actual, durante la presentación de los músicos, se nos tiene que contar todo lo antes indicado del Savoy Ballroom y las batallas de orquestas, y luego el mismo Panama, ya en inglés, ha de explicar cada uno de los temas que interpretan.

El repertorio original de los Sultans se ha ampliado, y ahora son como un muestrario de diferentes orquestas: Lucky Millinder, Chick Webb, etcétera. También admiten temas de épocas posteriores, como Girl talk, de Neal Hefti, y dedican un blues al gran integrista de la crítica europea, Hughes Panassié, para quien todo lo de Charlie Parker era una herejía.

En fin, que esto, que en su momento era música para disfrutar, ahora ha tomado un tono didáctico y se ha convertido en algo sobre lo que hay que tomar partido. Las cosas son diferentes, y no hay tampoco razón para lamentarlo, por más que estos conciertos demuestren que el swing tiene muchas cosas aún que decir, y por más que uno piense que el swing es una de las músicas verdaderamente importantes que se han hecho en este siglo. Tan importante como la de Schoenberg, dicho sea con perdón.

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