MÚSICA

Peter Maag dirige una ópera clave de Mozart

En su penúltimo concierto de abono, la Orquesta y Coro nacionales han montado la versión de concierto de la ópera Idomeneo, hasta no hace mucho tiempo la gran desconocida entre las creaciones de Mozart. Dirigida por Peter Maag (principal director invitado de la ONE), y realizada por coro y orquesta con alta calidad y fuerte sentimiento vital, Idomeneo tuvo un muy buen reparto.Thomas Moser, tenor americano, especialmente dotado para el repertorio mozartiano, hizo un Idomeneo de gran belleza y autenticidad, montado en ese punto medio que parece exigir el estilo del músico sa...

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En su penúltimo concierto de abono, la Orquesta y Coro nacionales han montado la versión de concierto de la ópera Idomeneo, hasta no hace mucho tiempo la gran desconocida entre las creaciones de Mozart. Dirigida por Peter Maag (principal director invitado de la ONE), y realizada por coro y orquesta con alta calidad y fuerte sentimiento vital, Idomeneo tuvo un muy buen reparto.Thomas Moser, tenor americano, especialmente dotado para el repertorio mozartiano, hizo un Idomeneo de gran belleza y autenticidad, montado en ese punto medio que parece exigir el estilo del músico salzburgués: un racionalista impulsado por una cálida humanidad.

El otro punto alto de la versión se alcanzó con la Electra de la soprano de Houston; Faye Robinson. Vivió y transmitió la dimensión más fuertemente dramática de la pieza mozartiana desde una sustancialidad teatral tan decisiva, que veíamos la representación y desaparecía el frío ceremonial de la ópera en concierto cuando la Robinson intervenía en sus arias o en sus formidables recitativos.

Idomeneo, de Mozart

Orquesta y Coro nacionales. Director: Peter Maag. Director coro: Enrique Ribó. Intérpretes: Thomas Moser, Aldo Baldín y Tomás Cabrera, tenores; Luey Peacock y Faye Robinson, sopranos: Ruthild Engert, mezzosoprano, y Sean Rea, bajo. Teatro Real. Madrid, 22, 23 y 24 de abril.

Lucy Peacock (Ilia) y Ruthild Engert (Indamante) son habituales en muy principales escenarios (Berlín, Viena, Munich). La Engert procede del conocido concurso radiofónico muniqués de 1970, en el que consiguió un premio de la Sociedad Mozart. El color tan definido, la densidad y la amplitud del volumen quedan tocados de alguna rudeza, quizá porque se trata de una voz rica y demasiado pesante. El brillo y la agilidad que lució la Peacock acusaron no sólo la frescura vocal y el conocimiento del estilo, sino una atractiva personalidad en algo limitada por una cierta cortedad en los agudos. Las partes de Arbace y el Gran sacerdote corrieron a cargo de los tenores Aldo Baldín, brasileño, y Tomás Cabrera, español, y la voz del oráculo fue la del londinense Sean Rea.

Naturalidad

La deuda gluckista está en Idomeneo por vía de una más acusada penetración psicológica, de una más significativa función de los coros o de la revalorización de la palabra en los recitativos, pero cobra en Mozart una inusitada naturalidad. En las partes cantadas encontramos un Mozart nuevo y fresco por el sentido incisivo de su vocalidad, de tal elevación y tan crecida fantasía vocal, que a veces la sombra anticipada de Verdi se alarga sobre los pentagramas.En cuanto al director, Peter Maag, su importante trayectoria operística y su cualificada dedicación mozartiana cuajaron en resultados de gran expresividad y brillantez. Sabe reducir a unidad estilística esa compleja totalidad que es la ópera, aun despojada de la representatividad teatral. Sin embargo, no es un beato del estilo. Maag hace música viva, el Mozart palpipante que perdura.

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