Prisioneros argentinos en las Malvinas realizaron trabajos peligrosos prohibidos

Prisioneros de guerra argentinos realizaron en las Malvinas, durante su detención, trabajos peligrosos prohibidos por la Convención de Ginebra, pero lo hicieron voluntariamente, por lo que el Ministerio de Defensa británico estima que no existió violación de los acuerdos internacionales, según manifestó ante la Cámara de los Comunes el titular del departamento, Michael Heseltine.Dos de los trabajos voluntarios realízados por prisioneros argentinos fueron trasladar municiones y detectar minas abandonadas en el campo de batalla. Como consecuencia de una de estas operaciones de limpieza, u...

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Prisioneros de guerra argentinos realizaron en las Malvinas, durante su detención, trabajos peligrosos prohibidos por la Convención de Ginebra, pero lo hicieron voluntariamente, por lo que el Ministerio de Defensa británico estima que no existió violación de los acuerdos internacionales, según manifestó ante la Cámara de los Comunes el titular del departamento, Michael Heseltine.Dos de los trabajos voluntarios realízados por prisioneros argentinos fueron trasladar municiones y detectar minas abandonadas en el campo de batalla. Como consecuencia de una de estas operaciones de limpieza, un cabo primero argentino perdió una pierna cuando ayudaba a encontrar minas.

Sin embargo, el incidente que despertó mayor preocupación en el Reino Unido, por la sombra de duda que podía arrojar sobre el comportamiento general de las tropas británicas en las Malvinas, fue el ocurrido el 1 de junio de 1982. Varios prisioneros de guerra que trasladaban municiones resultaron alcanzados por una explosión. Cuatro de ellos murieron, y otros cinco resultaron heridos. Uno de los prisioneros quedó envuelto en llamas. "Ante la imposibilidad de llegar hasta él", afirma Heseltine, "un sargento británico que había intentado varias veces rescatar al soldado argentino, siendo repelido por el calor y las llamas, y que pensó que se encontraba sin posibilidad de ayuda, aunque aún vivo y agonizante, cogió un rifle y disparó tres o cuatro tiros contra el hombre". Heseltine se mostró ansioso por demostrar que la investigación llevada a cabo inmediatamente cumplió todos los requisitos y que se escuchó tanto el testimonio de soldados británicos como de compatriotas del argentino muerto.

Menos acomodaticios se mostraron dos diputados británicos, uno conservador y otro laborista, que interrogaron al ministro sobre el castigo a que había sido sometido el sargento. "Creíamos que sólo se mataba así, para evitar sufrimientos, a los perros y a los caballos", afirmaron.

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