Crítica:CINE

Documento ejemplar de Chaplin

La última película muda de Chaplin demostró que, contrariamente a lo que muchos habían creído, no era un hombre anclado en ternurismos abstractos, sino también preocupado por el tiempo en que vivía. La situación de paro que conoció Estados Unidos tras el crack de 1929, no dejó insensible al cineasta. Era imposible de otro modo. Chaplin se había hecho famoso precisamente por crear un personaje desarraigado, que vivía de la picaresca sin abandonar ingenuos gestos elegantes; un tipo de perdedor que aún fingía creer en la justicia del triunfo pero no abandonaba, por precaución, los g...

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La última película muda de Chaplin demostró que, contrariamente a lo que muchos habían creído, no era un hombre anclado en ternurismos abstractos, sino también preocupado por el tiempo en que vivía. La situación de paro que conoció Estados Unidos tras el crack de 1929, no dejó insensible al cineasta. Era imposible de otro modo. Chaplin se había hecho famoso precisamente por crear un personaje desarraigado, que vivía de la picaresca sin abandonar ingenuos gestos elegantes; un tipo de perdedor que aún fingía creer en la justicia del triunfo pero no abandonaba, por precaución, los gestos inmediatos del muerto de hambreLos buenos sentimientos de Chaplin, aún vigentes en Luces de la ciudad, dieron paso en Tiempos modernos a una crónica más objetivada de la realidad social. Quizá esa pretensión arruinó parte del sentido del humor del autor, que no tuvo en este caso las buenas oportunidades de lucimiento de su cine anterior. En cualquier caso su irónica visión del mundo industrializado es ya antológica en la historia del cine: ese obrero que no tiene otro fin en la vida que unos tomillos circulando mecánicamente para que él los ajuste con precisión, y que más tarde es elegido como conejo de indias de una máquina ideada para que los obreros no pierdan tiempo en comer; ese obrero que enloquece, huye, se enamora y, al final, tras largas peripecias, no tiene más recurso que iniciar un camino ignorado con la vaga esperanza de tiempos mejores, pertenece al género de personajes eternos del cine.

Tiempos modernos

Guión, producción, dirección y música: Charles Chaplin. Intérpretes: Charles Chaplin, Paulette Godard, Henry Bergman, Chester Conklin. Norteamericana,1936. Comedia. Local de estreno: Luna.

Hay secuencias maestras, aun que también paréntesis menores, más abundantes en la segunda parte. Sostienen muchos directores que las películas deben ser apreciadas sólo por determinados momentos. Es obvio que Tiempos modernos encierra algunos de los mejores de Chaplin. Considerada en su globalidad, quizá no sea la más perfecta.

Se han escrito tantas líneas sobre Tiempos modernos -desde las de que la acusaron de inspiración comunista, hasta las de quienes creen que se trata de un filme arruinado por su abundante sentimentalismo, que poco nuevo puede señalarse respecto a Tiempos modernos, salvo que aún encierra una fuente de sorpresas para los que no la conozcan, y un nuevo placer para quienes hayan olvidado los distintos momentos de la película. Esa es una de las virtudes del cine de Chaplin, como lo es también de otros cómicos americanos: su comicidad, tan llena de sugerencias, es más fuerte que el tiempo.

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