El festival de cine imaginario de Madrid protesta por la falta de ayuda oficial

En el editorial de su boletín informativo, la dirección del IV Festival Internacional de Madrid de Cine Imaginario y de Ciencia Ficción protesta por el cambio de política protectora de festivales que ha dispuesto la nueva Dirección General de Cine: "Le ha tocado", dice, "la comprometida labor de cepillarse limpiamente un 40% de las ayudas totales al festival".

Convencidos de la "utilidad pública" de lo que hacen, los representantes del certamen madrileño aseguran que continuarán celebrando en años próximos "pese a unos pocos y gracias a muchos"; su desaparición "no dependerá nunca de de...

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En el editorial de su boletín informativo, la dirección del IV Festival Internacional de Madrid de Cine Imaginario y de Ciencia Ficción protesta por el cambio de política protectora de festivales que ha dispuesto la nueva Dirección General de Cine: "Le ha tocado", dice, "la comprometida labor de cepillarse limpiamente un 40% de las ayudas totales al festival".

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Convencidos de la "utilidad pública" de lo que hacen, los representantes del certamen madrileño aseguran que continuarán celebrando en años próximos "pese a unos pocos y gracias a muchos"; su desaparición "no dependerá nunca de decisiones políticas, personalistas o, en general, ajenas a planteamientos culturales".Pilar Miró, directora general de Cine, considera, por su parte, que no existen fondos económicos suficientes para subvencionar cualquier proyecto de festival o semana cinematográfica. "Es necesario un orden de prioridades", después de valorar, naturalmente, el carácter cultural de cada proyecto. "El tema de los festivales", continúa Pilar Miró, "está transferido, además, a los gobiernos de las autonomías; son ellos, por lo tanto, quienes deben colaborar en la celebración de los casi treinta festivales que se celebran anualmente en el Estado español". En el discurso inaugural del festival, apoyado este año por la Diputacion provincial, ya se mencionó la necesaria ayuda de los gobiernos autonómicos cuando se calificó esta muestra "como el primer festival de la nueva autonomía de Madrid".

La primera película presentada en la sección competitiva ha sido Britannia Hospital, de Lindsay Anderson, que ya había sido mostrada en el festival de Cannes del pasado año, donde, en términos generales, no entusiasmó a la crítica. La visión que de Inglaterra quería dar Lindsay Anderson adolece de esquematismo. El tono bufo elegido para contar la parábola de un médico que quiere construir un nuevo hombre con retazos de otros y, con ella, la extravagancia de todo un país enloquecido, en el que nadie reflexiona con normalidad, ni la Reina ni los revolucionarios, ni los que se enamoran ni los que se drogan, ni los que experimentan ni los conservadores, está ya lejos del inteligente punto de vista que el propio Anderson reflejara en If... y en Un hombre de suerte. El jurado internacional tendrá, sin duda, mayores temas de reflexión en los próximos días. Luis García Berlanga, Eric Wenston, Beatriz Guido, Guillermo Petersen y el crítico Pérez Abellán son sus miembros. Otro jurado decidirá sobre las películas de animación y un tercer jurado de cinco miembros otorgará el denominado Premio de la Crítica.

Lo mejor del festival se sitúa, de momento, en torno al ciclo retrospectivo de la obra del cineasta Roger Corman, que ha anunciado su presencia para la próxima semana. Corman, que ha destacado en el género del cine de terror con numerosas películas (El péndulo de la muerte, Obsesión, El hombre con rayos X en los ojos o Mamá sangrienta) tiene en su haber otros títulos de idéntica importancia: La matanza del Día de San Valentín, Los ángeles del infierno, El barón rojo... "He dirigido", declaró en una entrevista, "entre cincuenta y 160 películas, y he producido entre cien y 110, incluyendo algunas de las que he dirigido yo mismo".

Aunque su carrera había comenzado en 1955, no fue hasta bastante más tarde cuando Roger Corman comenzara a ser valorado por críticos y productores. La serie de películas inspiradas en novelas de Edgar Allan Poe que iniciara con A bucket of blood y La caída de la casa Usher en los primeros sesenta concretaron el especial toque del autor que, generalmente con escasos presupuestos, lograba transmitir en sus películas similar clima mixtificador al que fue clásico en el género durante los años treinta. El ciclo del festival prolonga su homenaje al actor Víncent Price, que trabajó frecuentemente a las órdenes de Roger Corman, aunque para ambos casos se ha contado fundamentalmente con copias distribuidas con anterioridad por marcas españolas.

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