Una labor más entusiasta que brillante

Si el programa del pasado martes en el teatro Real ofrecía originalidad e interés, el nivel interpretativo no estuvo a la altura deseable en un Cielo de Cámara y Polifonía, que en la actual temporada presentaba una propuesta de mejora apoyada en conceptos más selectivos.Luis Izquierdo, pegado a las partituras, hizo lo que pudo en labores de montaje, sin llegar al umbral de la versión. El Coro de Cámara de Bilbao, joven agrupación que dirige J. R. Rementería, quedó ampliamente rebasado por las exigencias de la maravillosa Cantata 140, tanto como los solistas, aunque a éstos...

Si el programa del pasado martes en el teatro Real ofrecía originalidad e interés, el nivel interpretativo no estuvo a la altura deseable en un Cielo de Cámara y Polifonía, que en la actual temporada presentaba una propuesta de mejora apoyada en conceptos más selectivos.Luis Izquierdo, pegado a las partituras, hizo lo que pudo en labores de montaje, sin llegar al umbral de la versión. El Coro de Cámara de Bilbao, joven agrupación que dirige J. R. Rementería, quedó ampliamente rebasado por las exigencias de la maravillosa Cantata 140, tanto como los solistas, aunque a éstos se les notara más la insuficiencia, salvo, quizá, en el caso de la soprano Margarita Arguedas, la más discreta en su cometido.

El Collegium Intrumentale de Madrid, es decir, una orquesta de cámara improvisada, pues no se pudo contar con el conjunto alemán previsto para esta jornada, tocó dignamente, pero sin alcanzar como grupo las bien conocidas calidades de los solistas: Wladimiro Martín (violín), Miguel Quirós (oboe) y Elías Arizcuren (violonchelo), en la Cantata, y Angel Beriaín (corno inglés), en el Concierto en Re Mayor de Charl P. E. Bach.