El grupo Nucleus, 'jazz-rock' cercano Miles Davis

Existen conciertos cuyo mejor calificativo es el de entretenidos. Así los que el grupo inglés Nucleus, comandado por el trompetista lan Carr, ofreció el pasado fin de semana en el Colegio Mayor San Juan Evangelista, de Madrid. Vaya por delante que la sesión a la que acudimos un número nunca excesivo de personas (sábado por la tarde) no fue de las que arrojan al público de la sala, ni tampoco de aquellas que revelan arcanos hasta ahora indescifrados. Lo de Nucleus es jazz-rock a lo Miles Davis y a partir de ahí todo entraba en lo previsible, aunque no malo.Porque siempre resulta de lo má...

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Existen conciertos cuyo mejor calificativo es el de entretenidos. Así los que el grupo inglés Nucleus, comandado por el trompetista lan Carr, ofreció el pasado fin de semana en el Colegio Mayor San Juan Evangelista, de Madrid. Vaya por delante que la sesión a la que acudimos un número nunca excesivo de personas (sábado por la tarde) no fue de las que arrojan al público de la sala, ni tampoco de aquellas que revelan arcanos hasta ahora indescifrados. Lo de Nucleus es jazz-rock a lo Miles Davis y a partir de ahí todo entraba en lo previsible, aunque no malo.Porque siempre resulta de lo más entretenido ver y escuchar un espectacular bajo picado como el de Robbie Burris, con su sana carga de sabor funky y sus ocasionales recuerdos a Jaco Pastorius en un momento de mayor recogimiento. O contemplar las canas de ese antiguo héroe llamado John Marshall (famoso por Soft Machine,grupo este que también parece haber influido en el actual Nucleus) dándole trastazos inconsiderados a sus tambores con aquella ingenua energía de los setenta, cuando se suponía que cuanto más abigarrada y compleja una batería, tanto mejor el instrumentista. O los simpáticos esfuerzos de Geoff Castle por demostrar que un antiguo piano Fender puede sonar a cualquier cosa mientras mostraba sobre ese mismo piano otra reliquia tecnológica tal cual el sintetizador monofónico Mini-Moog. No era demasiado allá el hombre, pero se esforzaba.

Ian Carr, por su parte, no trata de ocultar su amor hacia Miles Davis, a quien imita no solo el sonido, sino también graves meteduras de gamba cada cierto tiempo. Es un hombre bastante lírico, pero su discurso carece de carisma, precisamente el elemento que puede transformar una actuación agradable en otra sublime. La conclusión a la que podría llegarse es que Ian Carr parece mejor músico que trompetista, por mucho que posea suficientes recursos.

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