Editorial:

El consejo Nacional Palestino y el futuro de Oriente Próximo

EL CONSEJO Nacional Palestino es una especie de Parlamento en el exilio: supuesto que el ahora inexistente Estado es una democracia, es su más alta instancia, y sus 315 miembros tienen el poder de variar la línea política e incluso de desposeer a Arafat de su representación. Reunido ahora en Argel, su decisión final es importante por que se produce en un momento de crispación en la zona donde reclaman su soberanía -y ha afirmado ya que fuera del derecho a esa soberanía y al reconocimiento de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) como única fuerza ejecutiva no hay negociaciones ...

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EL CONSEJO Nacional Palestino es una especie de Parlamento en el exilio: supuesto que el ahora inexistente Estado es una democracia, es su más alta instancia, y sus 315 miembros tienen el poder de variar la línea política e incluso de desposeer a Arafat de su representación. Reunido ahora en Argel, su decisión final es importante por que se produce en un momento de crispación en la zona donde reclaman su soberanía -y ha afirmado ya que fuera del derecho a esa soberanía y al reconocimiento de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) como única fuerza ejecutiva no hay negociaciones posibles- por la crisis interna de Israel y por los nuevos planes de Reagan expuestos por Philip Habib. Aunque los portavoces del Consejo han insistido en que hay un movimiento en la sombra para forzar su división y para debilitar a Arafat organizado por Estado Unidos e Israel, lo cierto es que hay por lo menos una división entre la línea dura y la línea moderada: esta última es la que represerita Arafat y en, torno a la cual se tejen los comprornisos que no dañen el aspecto unitario y frontal que indudablemente necesitan. En tomo a ese compromiso figura una matizada negativa al plan de Reagan (en el que el centro de decisión estaría en Jordania) con uno de esos giros verbales tan habituales en nuestro tiempo confuso: "inaceptable, pero con elementos positivos".Trata Arafat de aprovechar un momento que parece serle favorable desde el punto de vista diplomático. Israel ha resuelto mal su crisis o la ha resuelto de la manera que los poderes fácticos permiten: es indudable que el reconocimiento de una forma de culpabilidad de Sharon en las recientes matanzas, o por lo menos de unas responsabildiades, no puede resolverse dejándole dentro del Gobierno como ministro sin cartera y entregando la de Defensa a un hombre que, si bien tiene una textura diplomática reconocida (era embajador en Estados Unidos: es un judío americano, y allí ha hecho su carrera hasta llegar a ser profesor de ciencias aeronáuticas), es conocido por su condición de halcón y porque se opuso con vehemencia a los acuerdos de Camp David.

La comisión del magistrado Kahane ha podido disimular la responsabilidad de Beguin para evitar una crisis tan importante que probablemente hubiera supuesto una alteración del orden muy considerable en Israel. Pero el efecto final es el mismo: Beguin refuerza su Gabinete con un belicista, y Sharon se mantiene dentro de él. El quiere dar la crisis por terminada, pero puede no estarlo. El país está dividido, y esta forma de gobernar y hacer la guerra inquieta cada vez más no sólo a los que podríamos Ha mar moderados, sino a quienes sin necesidad de serlo en cuanto a aspiraciones, ideas y sueños magnos de lo que debe ser el Estado de Israel temen un desastre internacional. Estados Unidos no va a desligarse de Israel ni con Reagan ni sin él. Pero está queriendo, cada vez más, desautorizar lo que le parece una política expansionista demasiado visible y una forma de hacer la guerra fuera de toda idea de humanidad.

Arafat puede utilizar, por tanto, este momento de mayor aislamiento de Israel, de desaliento de los países de la zona y de fuera de ella que esperaban aún la posibilidad de una solución negociada, asumiendo la modera ción: una OLP moderada y posibilista -dentro de unos límites de los que no puede renegar sin desaparecer- y un Israel con las manos manchadas de sangre y de intransigencia es una idea que cambia radicalmente el panorama de hace unos años, en el que la OLP adoptaba la faz de su terrorismo atroz y el Estado de Israel represen taba la imagen de un puñado de hombres y mujeres laboriosos que defendían su supervivencia.

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Esta es la importancia de la reunión del Consejo Nacional de Palestina en Argel. Si Arafat consigue mantenerlo.a su lado, si las voces de los duros y los belicistas quedan limitadas a una minoría, puede tener un triunfo decisivo en sus manos.

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