Tribuna:

La ruptura de un maleficio

Cuando esta noche el telón del teatro Español caiga, su propio director, José Luis Gómez, comprobará que su interés y el de otros dramaturgos por llevar a escena Flor de otoño de José María Rodríguez Méndez, escrita en 1972, no era vano. El maleficio que se cernía sobre esta obra, anhelada por todos pero nunca, hasta ahora, representada, se habrá roto. Ni era maldita, ni era irrepresentable. Sólo, y no es poco, requería un presupuesto serio de producción y valentía e imaginación para trasladar una ciudad tumultuosa, como Barcelona, al limitado espacio de un escenario teatral.Lo de gener...

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Cuando esta noche el telón del teatro Español caiga, su propio director, José Luis Gómez, comprobará que su interés y el de otros dramaturgos por llevar a escena Flor de otoño de José María Rodríguez Méndez, escrita en 1972, no era vano. El maleficio que se cernía sobre esta obra, anhelada por todos pero nunca, hasta ahora, representada, se habrá roto. Ni era maldita, ni era irrepresentable. Sólo, y no es poco, requería un presupuesto serio de producción y valentía e imaginación para trasladar una ciudad tumultuosa, como Barcelona, al limitado espacio de un escenario teatral.Lo de generación difícil y maldita con que se identifica a Rodríguez Méndez, Martín Recuerda y otros por las trabas de su teatro realista a ser estrenado durante el franquismo, fueron apelativos involuntariamente ganados por sus autores, que como todo creador teatral escriben para estrenar. No estaba en la intención de Rodríguez Méndez escribir para la censura sobre dos temas repletos de aristas en época de falta de libertad: el anarquismo terrorista y el homosexualismo. Flor de otoño fue concebida para llevarse al escenario sin censuras, y sin embargo han transcurrido largos años desde que estas saltaran a pedazos.

El montaje de Díaz Zamora ha sido posible por su propia trayectoria teatral y la del equipo de que se ha rodeado. También, y de manera destacada, ha intervenido la nueva oferta que desde los teatros de la Diputación de Valencia se está aplicando a la cartelera cultural de la ciudad. Las instituciones valencianas han descubierto la necesidad de invertir en cultura y por ello favorecen la consolidación de una producción compartida con entidades privadas. Flor de otoño resulta de la colaboración de estas instituciones con la compañía Teatro del Arte y la Escuela de Arte Dramático de Valencia.

Antonio Díaz abandonó los escenarios de la mano de Martín Recuerda y sus salvajes de Puente San Gil para retornar años después con una obra de un compañero generacional de aquel autor. No representó entonces a Martín Recuerda porque la denuncia social estuviera de moda, porque con este silogismo quedaría trasnochado traer hoy al escenario Flor de otoño. Por el contrario, piensa que los resultados de aquella generación teatral, siguen vigentes.

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