Crítica:

Un apasionante 'Requiem' verdiano en el Real

El Requiem verdiano siempre se ha considerado como obra heterogénea en cuanto al estilo -por haber sido compuesta fragmentariamente, en etapas distintas-, imprecisa en cuanto al género -pues tiene tanto o más de dramática (ópera) que de religiosa (misa)- e irregular en cuanto a la calidad -pues no cabe duda de que contiene páginas de óptima música junto a otras menos buenas.La pieza de Verdi plantea arduas, dificultades a todos cuantos intervienen en su realización: los solistas, el coro, la gran orquesta. Pero, aplicado cada uno a su papel, en el director es en quien recae el plus de c...

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El Requiem verdiano siempre se ha considerado como obra heterogénea en cuanto al estilo -por haber sido compuesta fragmentariamente, en etapas distintas-, imprecisa en cuanto al género -pues tiene tanto o más de dramática (ópera) que de religiosa (misa)- e irregular en cuanto a la calidad -pues no cabe duda de que contiene páginas de óptima música junto a otras menos buenas.La pieza de Verdi plantea arduas, dificultades a todos cuantos intervienen en su realización: los solistas, el coro, la gran orquesta. Pero, aplicado cada uno a su papel, en el director es en quien recae el plus de carga que suponen las complejidades de la obra. El director es quien tiene la posibilidad de homogeneizar las supuestas diferencias estilísticas.

Misa de Réquiem, de Verdi

Julia Varady (soprano), Ruza Baldani (mezzo), Piero Visconti, John Paul Bogart (bajo). Coro Nacional de España. Orquesta Nacional de España. Director: Eliahu Inbal. Teatro Real, 12 de noviembre

Todo ello implica un oficio depurado, pero además una capacidad para obtener la versión globalizadora, unitaria, total, que acaso sólo esté al alcance de un gran músico en su madurez.

De la labor de Eliahu Inbal podría decir, y creo que se entenderá el elogio, que hubiera merecido la pena posibilitarle más tiempo de ensayo. Demostró un formidable dominio de la partitura y transmitió claramente la sensación de que cree en la obra como un todo musical; pero probablemente, en la necesidad de atender con rigor analítico a cada momento presente, se le escapó un tanto la posibilidad de redondear su versión, que intuyo como una de las más interesantes que puedan brindar los maestros de su generación.

Cumplió a buena altura la orquesta, con detalles perfectibles en los que no tiene interés detenerse, por cuanto son situaciones momentáneas que seguramente no se darían en las sucesivas sesiones de sábado y domingo. El coro no hizo olvidar las grandes dificultades de algún comprometido pasaje. En cuanto a los solistas, dentro de un nivel más que suficiente, estimo que lo único extraordinario vino de la voz de Julia Varady, poderosa en el volumen, segura en los ataques, admirable de afinación y con excelentísima línea de canto.

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