Crítica:CINE

Pequeña movida

Hay en el cine español una buena cantidad de películas rápidas cuyo tiempo de vigencia depende de la actualidad inmediata. Si Mariano Ozores estrenó hace pocas semanas ¡Que vienen los socialistas!, Tito Fernández ha dirigido ya una película sobre las recientes elecciones.Prevista para estrenarse el mismo día en que los españoles acudimos a las urnas, El gran mogollón debía proponer una fórmula que nunca quedara discutida con el resultado de los comicios. Así, se inventó un partido ecologista y revolucionario que, por error, obtuviera la mayoría de votos. Mientras se aclara la ver...

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Hay en el cine español una buena cantidad de películas rápidas cuyo tiempo de vigencia depende de la actualidad inmediata. Si Mariano Ozores estrenó hace pocas semanas ¡Que vienen los socialistas!, Tito Fernández ha dirigido ya una película sobre las recientes elecciones.Prevista para estrenarse el mismo día en que los españoles acudimos a las urnas, El gran mogollón debía proponer una fórmula que nunca quedara discutida con el resultado de los comicios. Así, se inventó un partido ecologista y revolucionario que, por error, obtuviera la mayoría de votos. Mientras se aclara la verdad, transcurre la hora y media de proyección sin que los autores de la película se hayan comprometido demasiado.

El gran mogollón

Director: Tito Fernández. Guión: José María González Sinde, basado en la novela 'Ayer España enrojeció', de Andrés Madrid. Fotografía: Alejandro Ulloa. Intérpretes: Pedro Ruiz, Amparo Muñoz, Agustín González, Isabel Luque, Antonio Gamero. Sainete. Española, 1982. Locales de estreno: Carlos III, Princesa, Windsor B, Consulado, Victoria, Versalles, Liceo, Garden.

Pero objetivo de El gran mogollón era fundamentalmente el de aprovechar la popularidad del caricato Pedro Ruiz, obtenida, como se sabe, por sus imitaciones de conocidos personajes, entre los que destacan los políticos.

Su éxito en las salas de fiesta ha querido prolongarse en la pantalla; pero lo que desde un escenario parece posible, se desvela en el cine en maquillajes y postizos. Pedro Ruiz es como los ventrílocuos que mueven la boca más que sus muñecos: no es su habilidad lo que interesa, sino su posible sentido del humor.

Demasiados pies forzados. Unas elecciones ficticias que se parezcan a las reales y. unas situaciones rebuscadas que posibiliten las imitaciones del cómico. Al final, sólo éstas quedan como reclamo, ya que ni guionista ni director -han ido más allá de la broma superficial en su visión- de la democracia. Y el cómico, desvelado en su escaso parecido con los imitados, repite tópicos que hacen reír a quienes aún se sorprenden con lo trillado.

En la versión de Pedro Ruiz, Adolfo Suárez, por ejemplo, dice "puedo prometer y prometo", Fraga lleva tirantes con la bandera española, Carrillo imparte lecciones de ruso, el Papa nada en su piscina, los soviéticos quieren bases en España, Reagan procura controlar nuestra democracia, Felipe trabaja, Guerra discute con vehemencia, Lavilla reza el rosario, Julio Iglesias canta.

Quienes admiran al humorista tienen El gran mogollón una posibilidad para disfrutar con sus habilidades. Pero quienes no le conozcan, posiblemente se pregunten por qué constituye una película lo que sólo suele ser parte de un espectáculo de variedades.

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