Protagonistas de un cuarto de siglo en la pintura española

El grupo El Paso del que Rafael Canogar era uno de los miembros, surge en la pintura española con una fuerza salvaje: romper con la modernidad de la escuela de Madrid, de la escuela de Vallecas, del paisaje abstracto y bien pintado, de los cincuenta. Manolo Millares, Antonio Saura, Manuel Viola, Luis Feito, Martín Chirino, Manolo Rivera, Juana Francés, Pablo Serrano, Antonio Suárez y Canogar son lo más agresivo del informalismo español.A la altura de los primeros sesenta, en que el grupo, que ha sufrido adhesiones y deserciones se disuelve, y mientras la mayor parte de sus miembros alca...

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El grupo El Paso del que Rafael Canogar era uno de los miembros, surge en la pintura española con una fuerza salvaje: romper con la modernidad de la escuela de Madrid, de la escuela de Vallecas, del paisaje abstracto y bien pintado, de los cincuenta. Manolo Millares, Antonio Saura, Manuel Viola, Luis Feito, Martín Chirino, Manolo Rivera, Juana Francés, Pablo Serrano, Antonio Suárez y Canogar son lo más agresivo del informalismo español.A la altura de los primeros sesenta, en que el grupo, que ha sufrido adhesiones y deserciones se disuelve, y mientras la mayor parte de sus miembros alcanzan el reconocimiento mundial, surge en España y en el mundo una necesidad neofigurativa con dos vertientes fundamentales: una expresionista, la nueva figuración de Barjola, Jardiel, el primer Genovés o Mignoni; otra, pop, que, con un mayor o menor compromiso político, ofrece nombres como los Crónica, Bravo y Bartolozzi, Urculo, Cillero o Gordillo. Es la época de la pintura mirando a los medios de comunicación de masas, incluidos el cine y el cómic, y mirando a la realidad y denunciándola. Son los años de ilusión revolucionaria que preceden al 1968.

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A finales de los sesenta, en todas las casas jóvenes hay, junto al poster del Guernica y al del Che Guevara, uno al menos de Vasarely. Los pintores ven surgir, al tiempo que se ponen de moda el estructuralismo y la filosofía analítica, una pintura también analítica que plasmará la corriente op-art. Nombres como Sempere, Alexanco, Iturralde, Elena Assín o Soledad Sevilla, relacionados estos últimos con el Instituto de Cálculo de la Complutense y por tanto con la naciente cibernética aplicada, dan fe de la intervención en pintura de ese espíritu interdisciplinar que llena toda la época.

También eso cansa, y los 70 conocen la aparición de la llamada pintura-pintura, con la que tiene que ver la última de Canogar.

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