Tribuna:

"Usted y 'El amor brujo' son una misma cosa"

El 18 de julio de 1936, mientras en España comenzaba el gran incendio, al otro lado de los Pirineos, cerca de Bayona, el compositor vasco padre Donostia daba la, extremaunción a la recién fallecida Antonia Mercé, La Argentina.

La historia de La Argentina es también la del ballet español, cuya misma existencia se mantiene como problema una y otra vez debatido. La España pintoresca, uno de cuyos capítulos fundamentales es la danza popular, parecía condenada a habitar los escenarios de variedades y musichall. El propósito de Antonia Mercé fue justamente sacarla ...

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El 18 de julio de 1936, mientras en España comenzaba el gran incendio, al otro lado de los Pirineos, cerca de Bayona, el compositor vasco padre Donostia daba la, extremaunción a la recién fallecida Antonia Mercé, La Argentina.

La historia de La Argentina es también la del ballet español, cuya misma existencia se mantiene como problema una y otra vez debatido. La España pintoresca, uno de cuyos capítulos fundamentales es la danza popular, parecía condenada a habitar los escenarios de variedades y musichall. El propósito de Antonia Mercé fue justamente sacarla de esos medios para trascenderla en algo superior. Pareció en esto seguir los pasos de un Albéniz o un Falla.

Clasicismo y popularidad

Estudió a fondo los diferentes estilos y escuelas, se empapó dé nuestras tradiciones y los rasgos característicos, las constantes que determinaban su fisonomía. Y del concierto de danzas -Tango, Corrida, Córdoba, Triana-, que tan genialmente diseñara José Clará, accedió al gran empeño: el ballet español. Para conseguirlo partió, intuitiva y sabiamente a la vez, de un pensamiento de síntesis: clasicismo y popularidad, concentración y exteriorización y, como dice Levinson, "encuentro entre aportaciones de Oriente y Occidente".

Nuevas creaciones

Todo ello estaba vivo en unos pentagramas: los de El amor brujo, de Falla, que Antonia Mercé reestrena en 1925 con tan honda autenticidad que haría escribir a Falla: "Usted y El amor brujo son una misma cosa". Además, la Argentina promueve nuevas creaciones, en una actitud que recuerda la de Diaghilew unos años antes: nacen. Sonatina, de Ernesto Halffter; Juerga, de Borrás y Julián Bautista; El contrabandista, de Rivas Cherif y Oscar Esplá, y la transfiguración de Triana, con decorados de Néstor.

Al mismo tiempo, los cuadros flamencos adquieren en el arte de Antonia Mercé una significación que tiene más que ver con la idea de Falla y Lorca al organizar el Concurso de Granada que con el pintoresquismo de exportación. La vía quedó abierta y por ello circularon Encarnación López, Vicente Escudero Antonio y Mariemina, el más claro reflejo de la personalidad de la Argentina, como decía Vicente Escudero a cuantos querían escucharle.

No sé si la historia está acabada, pero una cosa es cierta: Antonia Mercé la inició con genial fuerza de inventiva. Y la encuadró en el marco general de la cultura española de su tiempo.

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