Editorial:

La crisis internacional de pagos

LA LISTA y la importancia dé los países morosos ante sus compromisos de pagos internacionales aumenta y nadie se atreve a prever cuál será el final del proceso. El temor a que los ejemplos de México y Cuba se extiendan será la principal preocupación real en los dirigentes económicos de la mayoría de los países que se reúnen en Toronto con motivo del encuentro anual del FMI y del Banco Mundial.Recientemente se asiste a una especie de suspensión de pagos en cadena, en la que los protagonistas resultan ser países con bastante consistencia. Si se deja a un lado la crisis de Irán con los grandes pr...

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LA LISTA y la importancia dé los países morosos ante sus compromisos de pagos internacionales aumenta y nadie se atreve a prever cuál será el final del proceso. El temor a que los ejemplos de México y Cuba se extiendan será la principal preocupación real en los dirigentes económicos de la mayoría de los países que se reúnen en Toronto con motivo del encuentro anual del FMI y del Banco Mundial.Recientemente se asiste a una especie de suspensión de pagos en cadena, en la que los protagonistas resultan ser países con bastante consistencia. Si se deja a un lado la crisis de Irán con los grandes proyectos del sha y la revolución islámica devastadora, la alarma comenzó a sonar con estridencia con motivo de Polonia y de Rumania. Ahora son México y Cuba y quién sabe si también lo será rápidamente Argentina. Algunos de ellos son países con petróleo, y muchos poseen abundantes recursos. Pero el motivo inmediato del desastre no está en su escasa dotación, sino en la fantasía de grandes planes de industrialización pilotados por el sector público, y en algunos países occidentales, destinados a enriquecer a la oligarquía que apoya a los poderosos. En el caso de Cuba habría que añadir al escaso éxito económico del experimento castrista, la enorme dependencia del comercio exterior cubano respecto de las economías de otros países comunistas productores de azúcar de remolacha. En Argentina hay que subrayar, además, la continuada compra de armas y los grandes dispendios que en este capítulo ha hecho la Junta.

El encarecimiento de los precios del petróleo y su traslación a la inflación interna de los países industriales ha llevado a realizar unas políticas monetarias restrictivas que facilitaban un alza de los tipos de interés en los mercados financieros. Además, como la demanda de crédito de muchos países, a pesar de la atonía de la actividad económica mundial, se veía arrastrada por la necesidad de financiar los déficit de balanza de pagos que provocaba el encarecimiento de la factura del petróleo, se acentuaba la presión al alza de los tipos de interés. En consecuencia, se ha encarecido el servicio de la deuda de muchos países.

Posiblemente, los intermediarios financieros internacionales han actuado con cierta complacencia a la hora de trasvasar los petrodólares hacia los nuevos deudores. En su descargo, habría que señalar que ¡a escasa actividad interior en muchos países empujaba a mostrar cierto grado de generosidad a la hora de financiar exportaciones o conceder créditos desde los países industriales hacia los países en vías de desarrollo. Así, un gran número de bancos alemanes han resultado pillados en la crisis de Polonia; a los anglosajones les ha sucedido algo parecido en Argentina, y a los americanos, en México. También España va a tener que refinanciar por lo menos cerca de 1.500 millones de dólares. La experiencia puede ser un freno más o menos importante para nuestras exportaciones que se estaban orientando rápidamente hacia los países en vías de desarrollo,

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El estancamiento de la demanda mundial y el deterioro de la situación financiera de muchos países en vías de desarrollo puede acabar en una suspensión de pagos generalizada. La alarma no es nada remota. Los responsables financieros se aprestan a aumentar de un modo o de otro los recursos puestos a disposición del FMI para que acuda en ayuda de los más necesitados y les facilite la transfusión de fondos que compense la hemorragia. Las soluciones de Toronto van por este camino. Mayores recursos hacia el FMI, quizá en forma de un aumento de las aportaciones de los países miembros. Pero, todo ello no deja de ser aleatorio a la vista de la negativa del organismo internacional a proceder a la constitución de un fondo adicional de recursos (10.000 millones de dólares), que dotaría al FMI de mayores poderes a la hora de tratar de imponer el torniquete -como dice The Economist- de un mayor rigor en la administración económica de muchos países en vías de desarrollo y desarrollados.

El problema es el de si la comunidad económica internacional llegará a tiempo de evitar esa suspensión en cadena, y con ella la hecatombe del comercio intemacional. Para algunos, estamos ante uña repetición de lo ocurrido en los años treinta. Muchos países, con unas exportaciones de productos primarios en recesión, se ven ante la imposibilidad de hacer frente a sus deudas. Para otros, si la sensatez prevalece, el FMI dispondrá de dinero suficiente como para atender a todos los prestatarios que pudieran sentirse atraídos por el ejemplo mexicano.

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