Crítica:CINE : 'UNA MUJER DE NEGOCIOS'

El 'crack' de 1982

Conocido a través de Klute, su mayor éxito, Alan J. Pakula tiene una carrera cinematográfica regular, coherente, presidida siempre por un intento de revelar zonas ocultas de la realidad de su país. Todos los hombres del presidente o El último testigo son buenas pruebas de ello. Para Pakula, por debajo de la aparente normalidad democrática de Estados Unidos, se alimenta una corrupción generalizada que niega los principios básicos de la libertad, Espléndido narrador, no se le puede negar honestidad a este autor que prescinde de modas y seguridades para llegar, en ocasiones, al ries...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Conocido a través de Klute, su mayor éxito, Alan J. Pakula tiene una carrera cinematográfica regular, coherente, presidida siempre por un intento de revelar zonas ocultas de la realidad de su país. Todos los hombres del presidente o El último testigo son buenas pruebas de ello. Para Pakula, por debajo de la aparente normalidad democrática de Estados Unidos, se alimenta una corrupción generalizada que niega los principios básicos de la libertad, Espléndido narrador, no se le puede negar honestidad a este autor que prescinde de modas y seguridades para llegar, en ocasiones, al riesgo. Pakula es, por otra parte, un espléndido narrador, que huye de los corsés, rebuscando para cada película un lenguaje específico, original.En Una mujer de negocios, sin embargo, no ha logrado el tono sencillo que su denuncia requería, ya que la primera parte de la película sorprende al espectador no iniciado en la terminología de la economía moderna; más tarde, la narración se adentra por caminos más asequibles y su enunciado se hace claro. Tan claro como inquietante.

Una mujer de negocios

Director: Alan J. Pabla. Guión: David Shaber. Fotografía: Giuseppe Rotunno. Intérpretes: Jane Fonda, Kris Kristofferson, Hume Cronyn Josep Sommer. Norteamericana, 1982. Políticaficción. Locales de estreno: Palacio de la Prensa, Velázquez, Windsor A.

La cuenta secreta de un banco desencadena el conflicto: alguien favorece a misteriosos capitalistas árabes permitiéndoles clandestinas compras de oro, sin importarle el consiguiente deterioro del dólar en el mercado internacional. La hegemonía de Estados Unidos corre peligro: todo un sistema económico comienza a desaparecer. Otra era, otro imperio, le reemplazará. No es el fin del mundo, como un personaje explica en un momento: "Es el fin del mundo... que usted conoce". La seguridad es una ilusión: el cambio, pues, se hace inevitable.

Ambiciones

Pakula retrata el mundo de los banqueros con cierta distancia, contemplándolos perdidos en fiestas brillantes, en ambiciones pequeñas. Pero no es preciso al explicarnos el problema. ¿Se trata sólo de una advertencia o denuncia ya lo que es una realidad inevitable? Las últimas imágenes de su película han convertido a los ruidosos ordenadores del principio en siniestros ataúdes. El crack de 1929 no es más que una ligera referecia al cataclismo previsto.Queda, sin embargo, la esperanza, concretada, obviamente, en el amor. La pareja protagonista, que no ha dudado en diferenciar sus intereses económicos de la pasión amorosa que les une, decide recomenzar de cero, plantear de nuevo su vida en el desolador panorama que les rodea.

Hay, pues, un coqueteo con el tópico, que desdice del aparente rigor anterior. La ficción de la trama no exigía de tales servidurnbres. Pero quizá Pakula no ha tenido más remedio que conectar así con un público que, hasta ese momento, ha tenido dificultades para seguir con atención,el planteamiento del problema.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En