Crítica:CINE /'COMEBACK'

Balance negro

Detrás del espectáculo se esconde siempre una cierta miseria. Es la vieja teoría del payaso triste, que ahora, en Comeback, deja el melodrama para definirse en términos más rotundos. La realizadora alemana Christel Buschmann ha elegido para desarrollarla la figura de un viejo rockero, Eric Burdon, conocedor del éxito en los años sesenta, olvidado después por su afición a las drogas, regresado más tarde entre nuevos aplausos, pero conocedor ya, íntimamente, de que el mundo del disco no va a detener su angustia de ser solitario: "Si estás muerto, eres grande". La muerte del cantant...

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Detrás del espectáculo se esconde siempre una cierta miseria. Es la vieja teoría del payaso triste, que ahora, en Comeback, deja el melodrama para definirse en términos más rotundos. La realizadora alemana Christel Buschmann ha elegido para desarrollarla la figura de un viejo rockero, Eric Burdon, conocedor del éxito en los años sesenta, olvidado después por su afición a las drogas, regresado más tarde entre nuevos aplausos, pero conocedor ya, íntimamente, de que el mundo del disco no va a detener su angustia de ser solitario: "Si estás muerto, eres grande". La muerte del cantante cierra definitivamente su ciclo, hace vender más discos, enriquece a los productores. No morirse a tiempo es traicionar a la industria.Burdon no hace en la película su autobiografía, pero aporta al personaje de ficción, Rocco, la sensibilidad de quien sabe que el guión no miente. La directora no ha querido interferir mucho en esa comunicación del cantante, con su personaje: le observa, le recrea, le admira, le compadece. Comeback se estructura en fragmentos de la vida del protagonista, interrumpidos -ilustrados- con sus actuaciones en público y sus interpretaciones musicales entre amigos. La película se perfila así en dos direcciones: la de invención, por un lado, y la propiamente musical, por otro; pero no son zonas que se fechacen, sino que se entremezclan en una coherencia digna de aplauso.

Comeback (La vuelta)

Guión y dirección: Christel Buschmann. Fotografía: Franc Bruhne. Montaje. Jane Seitz. Música: Eric Burdon, Louisana Red, The Pat Couchoise Band y The American Band. Alemano-americana, 1982. Drama. Local de estreno: Alphaville 1.

¿Qué hace un hombre, un famoso cantante, por recuperar su identidad? ¿De qué forma huir de la cadena que le condena a una destrucción vigilada, provocada a una muerte inevitable? Eric Burdon, Rocco, piensa en la huida, pero, como todas ellas, es un camino inútil que se interrumpe con violencia: no hay salida. A su deteriorada situación en el comercio del disco se añade una crisis personal, igualmente conflictiva, también sin salida. Quizás sea narrando esta intimidad del cantante donde Buschmann no ha podido ,eludir una cierta confusión, queriendo evitar el tópico, pero rozando, por su deseo de simplificar la información o de canalizarla a través de emociones que no tienen siempre el vigor que requeriría. La vida personal de Rocco se desarroha ante el espectador con excesiva desnudez, sin que la cámara -la imagen- enriquezca la situación, la depure, la haga poesía. Es en el montaje donde Christel Buschmann ha reencontrado su película otorgándole la dimensión que no siempre logró al filmarla. A pesar de las eventuales simplezas quedan una cierta amargura, un lirismo inocente, una admiración apasionada por el personaje sobre las fuentes de Christel Buschmann y una realizadora a seguir.

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