La agricultura, una discusión siempre pendiente

Cada vez que un ministro español acude a Bruselas para entrevistarse con sus colegas europeos o con los responsables de la Comisión Europea se oye la misma y amarga queja: cinco años después de haber aceptado la demanda de adhesión de España la Comunidad Económica Europea no ha dado el más mínimo paso para negociar el capítulo clave de esa integración: la agricultura.Todas las disculpas de los diez carecen de justificación. La estructura y las potencialidades de la agricultura española han sido objeto de decenas de sesudos informes. Hasta la propia comisión elaboró, tardíamen...

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Cada vez que un ministro español acude a Bruselas para entrevistarse con sus colegas europeos o con los responsables de la Comisión Europea se oye la misma y amarga queja: cinco años después de haber aceptado la demanda de adhesión de España la Comunidad Económica Europea no ha dado el más mínimo paso para negociar el capítulo clave de esa integración: la agricultura.Todas las disculpas de los diez carecen de justificación. La estructura y las potencialidades de la agricultura española han sido objeto de decenas de sesudos informes. Hasta la propia comisión elaboró, tardíamente, un "documento básico" que los embajadores de los diez guardan desde 1980 celosamente en un cajón, sin tan siquiera discutirlo entre ellos.

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Nadie niega que la integración de la agricultura española en los mecanismos comunitarios plantea numerosos problemas. El comisario danés, Finn Gundelach, autor del documento mencionado, afirmaba, cuatro meses antes de caer fulminado por un infarto, que la ampliación de la CEE supondría un gasto adicional para el Fondo Europeo de Orientación y Garantía Agrícola (FEOGA) de aproximadamente 2.000 millones de unidades de cuenta europea (uce). La cifra, equivalente a más de 250.000 millones de pesetas, deja pálidos a los diez. Recuérdese que para devolver este año ochocientos millones de uce al Reino Unido, los diez han protagonizado una pelea formidable. Pero los cálculos del infortunado Gundelach no tienen por qué ser exactos.

El principal problema de la agricultura española, desde el punto de vista de la CEE, es un carácter mediterráneo, más marcado aún que el caso italiano. Nuestra producción de vino, aceite y frutas y hortalizas, no sólo extremadamente competitiva con la de Francia, Italia o Grecia, sino que puede afectar a países "extra comunitarios", como Túnez, que exportan considerables cantidades a los diez.

La solución, afirman los expertos españoles, es un período transitorio largo (diez años), que permita ir adecuando las condiciones del mercado europeo.

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