Tiernas y un poco cursis

Tiernas primas.Director: David Hamilton. Pascal Laine. Fotografía: Bernard Daillencourt. Música: Jean-Marie Senia. Intérpretes: Elisa Cervier, Pierre Chantepie, Evelyne Dandry, Anne Fontaine, Macha Meril. Franco-alemana, 1981. Comedia romántica.

Local de estreno: Bukvar.

No es nuevo hablar de David Hamilton como de un fotógrafo que gusta de los sentimientos blandos y de un erotismo adolescente que raya la pedofilia. Pone muy en primer lugar su peculiar sentido de la belleza, diluyendo los colores con afán impresionista, pero quedándose, finalmente, en estética de re...

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Tiernas primas.Director: David Hamilton. Pascal Laine. Fotografía: Bernard Daillencourt. Música: Jean-Marie Senia. Intérpretes: Elisa Cervier, Pierre Chantepie, Evelyne Dandry, Anne Fontaine, Macha Meril. Franco-alemana, 1981. Comedia romántica.

Local de estreno: Bukvar.

No es nuevo hablar de David Hamilton como de un fotógrafo que gusta de los sentimientos blandos y de un erotismo adolescente que raya la pedofilia. Pone muy en primer lugar su peculiar sentido de la belleza, diluyendo los colores con afán impresionista, pero quedándose, finalmente, en estética de revista de modas.

Como narrador cinematográfico carece del brío profesional suficiente, aunque a lo largo de las películas que ya ha dirigido ha ido adquiriendo los conocimientos que le permiten, con no demasiada seguridad, unir distintos planos de una forma algo lógica.

Tiernas primas es, en este sentido, ejemplar. Varias chicas adolescentes van pasando por la vida del jovencito protagonista descubriéndole aspectos nuevos del amor, hasta que, en el momento final, pueda ya acceder a los encantos de su prima preferida, tan esquiva hasta entonces. El moroso recorrido se alterna con personajes adultos, ataviadas las mujeres con fugaces trajes a tono, compuestos ellos con ropas de idéntica guisa; el desnudo es parte integrante de las obsesiones de Hamilton, aunque por desnudo entienda sólo un cuerpo sin ropa; la imaginación se le agota en los flous.

Que la acción se desarrolle al borde de la segunda guerra mundial no afecta a la historieta ni a los romances; sí, en cambio, a los abalorios que las mujeres llevan. Y que, por otra parte, esa acción se desarrolle en pleno campo, alrededor de una decadente casa solariega, no es tampoco un motivo dramático, aunque, con mucha timidez, quiera Hamilton apuntar un conflicto de clases entre señores y campesinos.

El rápido olvido coronará este trabajo del fotógrafo metido a director. No hay por qué pedirle, sin embargo, demasiadas cuentas. Al fin y al cabo, es un hombre popular y ya no engaña a nadie.

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