Tribuna:

La ocasión perdida de la revista 'Theoria'

Con el primer número de Theoria se iniciaba una bella empresa que pudo haber significado una profunda renovación del pensamiento filosófico español. No fue así porque su vida fue excesivamente corta. En 1955 salía un voluminoso número 9, que sería el último. El fundador, director y factotum de aquella revista, Miguel Sánchez Mazas, conoció la amargura del exilio. Sin él y sin libertad, su empresa resultaba imposible. El párrafo final del último artículo editorial sonaba ya como una despedida; hablando de la muerte reciente de Ortega y de Eugenio d'Ors, se dice allí: "Nacieron, vi...

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Con el primer número de Theoria se iniciaba una bella empresa que pudo haber significado una profunda renovación del pensamiento filosófico español. No fue así porque su vida fue excesivamente corta. En 1955 salía un voluminoso número 9, que sería el último. El fundador, director y factotum de aquella revista, Miguel Sánchez Mazas, conoció la amargura del exilio. Sin él y sin libertad, su empresa resultaba imposible. El párrafo final del último artículo editorial sonaba ya como una despedida; hablando de la muerte reciente de Ortega y de Eugenio d'Ors, se dice allí: "Nacieron, vivieron y desenvolvieron ambos la parte más valiosa y fecunda de su obra y de su magisterio en un clima de libertad, elevación y dignidad cultural de que hoy no gozamos. Al perderlos se hace más profunda, más irresistible en nosotros la necesidad de recobrar ese clima fuera del cual la vida de la inteligencia y del espíritu sufre como una planta sin sol".Finalizaban así tres años fecundos. En tan poco tiempo se había conseguido crear un órgano de expresión para científicos, matemáticos y filósofos interesados por el desarrollo de una filosofía moderna, conectada con la ciencia, la lógica formal, las corrientes más innovadoras del pensamiento europeo. Se habían incorporado autores del exilio como García Baca y Ferrater Mora. Se habían publicado artículos de Einstein, Russell, Oppenheimer, Bernays, Feys, Fraenkel, etcétera. Se logró organizar por primera vez una Sociedad Española de Epistemología e Historia de las Ciencias, reconocida internacionalmente. Se proporcionó extensa información bibliográfica sobre lógica y filosofía de la ciencia. Se puso, en fin, a la filosofía española a punto de incorporarse a la gran tradición de la filosofía científica occidental.

Idea del mérito

Más de veinte años después apenas sí hemos podido situarnos en un nivel equivalente al que alcanzó el grupo promotor de Theoria. Esto puede darnos una idea del mérito que tuvo aquella empresa de pioneros. Y una idea también del triste destino que parecen tener en España los intentos más renovadores de nuestra cultura filosófica: cada generación se ve obligada a partir de cero.

En efecto, a partir de los año setenta, el espíritu que animó a los fundadores de Theoria ha vuelto a introducirse por otras vías en los ambientes universitarios. Lo triste es que la mayor- parte de los filósofos españoles de las nuevas generaciones apenas sí tienen noticia de que existió aquella revista. Conozco incluso a algún colega que pensaba ser el primer español que leía a Wittgenstein, o 4 otro que estaba convencido de que aquí nadie había hecho filosofía de la ciencia, antes de 1970.

Creo que es hora de hacer un reconocimiento público de la deuda que los filósofos españoles actuales tenemos con el grupo de Theoria. Quisiera aprovechar esta ocasión para hacer tres propuestas que podrían servir para materializar este reconocimiento. En primer lugar, sería útil para todos que se editara una selección de los artículos más significativos publica dos durante los tres años de vida de la revista.Balance personal

Algunos siguen teniendo interés científico, a pesar de los año transcurridos; otros tendrán, sin duda, un valor documental piara la historia del pensamiento español. Por suerte, la mayor parte de los autores siguen hoy en activo y quizá podrían enriquecer el volumen con aportaciones nuevas.

El propio Sánchez Mazas, a cuyo tesón y entusiasmo se debió la publicación de la revista, podría hacer ahora un buen servicio a las nuevas generaciones organizando ese volumen y presentando su propio balance personal. Una segunda iniciativa, que tendría el máximo interés, consistiría en revitalizar aquella Sociedad Española de Epistemología e Historia de las Ciencias, tan necesaria en estos momentos para aunar esfuerzos de todos los científicos y filósofos actuales interesados por estos temas. Por último, hay algo que urge hacer, y cuya realización no depende sino de las autoridades académicas.

Es una vergüenza para la lógica y la filosofía españolas que Miguel Sánchez Mazas siga privado de la posibilidad de enseñar en nuestra universidad con el reconocimiento y la categoría profesional que le corresponden. No sólo tiene el mérito de haber sido el iniciador de los estudios de lógica y filosofía científica en la España de la posguerra, sino que es uno de los pocos autores españoles que durante todos estos años ha seguido trabajando y aportando su investigación original en lógica matemática hasta haber conseguido un prestigio internacional que pocos colegas pueden compartir con él. lncomprensiblemente, la propuesta que hace tiempo hicieron varias universidades para que fuera nombrado catedrático fue rechazada por el Consejo de Rectores.

Ignoro qué argumentos pudieron aducirse para ello. De lo que sí estoy seguro es de que ningún especialista en la materia se negaría, hoy a reconocer públicamente el. valor científico extraordinario de su obra.

Theoria fue una empresa de corta duración, que murió por falta de libertad. Ahora gozamos de libertad suficiente para reconocer el valor de aquel intento renovador. Lo único que hace falta es que seamos capaces de ser justos.

Miguel A. Quintanilla es profesor de Lógica y Filosofía de la Ciencia de la Universidad de Salamanca.

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