Crítica:DANZA

La calidad necesaria

Por tercera vez en pocos meses, el Centro Cultural de la Villa presenta un espectáculo de ballet que no tiene la calidad suficiente para ocupar un escenario de Madrid y, menos aún, de un teatro subvencionado por el Ayuntamiento.Mediada la velada del estreno del ballet catalán Alexia, el ya escaso público -en su mayoría compuesto por jóvenes, como siempre- empezó a marcharse en silencio, despacito, sin querer molestar. Todo público de danza respeta el esfuerzo, ingente, que requiere el más pobre ballet; todo aquel que ha intentado una sola vez mantenerse derecho en primera posición está ...

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Por tercera vez en pocos meses, el Centro Cultural de la Villa presenta un espectáculo de ballet que no tiene la calidad suficiente para ocupar un escenario de Madrid y, menos aún, de un teatro subvencionado por el Ayuntamiento.Mediada la velada del estreno del ballet catalán Alexia, el ya escaso público -en su mayoría compuesto por jóvenes, como siempre- empezó a marcharse en silencio, despacito, sin querer molestar. Todo público de danza respeta el esfuerzo, ingente, que requiere el más pobre ballet; todo aquel que ha intentado una sola vez mantenerse derecho en primera posición está para siempre curado de cualquier menosprecio hacia quienes dedican las mejores horas de su juventud a intentar dominar esta forma endemoniada de crear belleza a costa del propio cuerpo.

Ballet Alexia

Colectivo de Danza de El Prat de LlobregatComposiciones coreográficas de Olga Socías y Joan Tena, y colectivas sobre música de Bizet, Adam, Mozart, Chopin, Beethoven, Albinoni, R. Strauss y Xavier Benguerel. Textos poéticos del Génesis, San Mateo, Ramón Llull, J. R. Jiménez, La Fontaine, Shakespeare, Dante, Goethe y algunos políticos. Dirección artística: Olga Socías. Centro Cultural de la Villa de Madrid.Estreno, 24 de marzo.

Todo aficionado al ballet comparte con los que bailan un pudor especial y saben que las rodillas flácidas, los pies encogidos, los equilibrios perdidos y las portées chapuceras no deben mostrarse nunca en el escenario. Pertenecen al mundo íntimo deI estudio y de la clase de ballet, y cuando se exhiben en el teatro se rompe la base de la complicidad.

En estas condiciones, tiene poco sentido hablar de la coreografía, que es vulgar y afectada, o del vestuario y adornos, de escaso gusto y mal adaptados al físico de los bailarines, o de la expresión, que, exceptuando a la directora artística, coreógrafa y solista del grupo, Olga Socías, más segura que el resto, delataba sobre todo susto.

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