Tribuna:'POP'

Parálisis, lo excitante de la complicidad

La comparación entre los conciertos que el pasado fin de semana realizaron los ingleses de Tenpole Tudor (sala Carolina) y los madrileños de Parálisis Permanente (Rock-Ola) fue de las que insuflan de moral a nuestra escena.Tenpole Tudor es un grupo respetable que ya estuvo aquí hace un tiempo junto a la última gira Stiff y que ahora sigue siendo muy parecido a sí mismo. El aspecto es punkie y la música un desarrollo apenas desarrollado de los clisés típicos de aquel tinglado. El ruido era persistente, como una cortina sorda, y Eddie Tenpole cantaba con variable gracia y diferente...

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La comparación entre los conciertos que el pasado fin de semana realizaron los ingleses de Tenpole Tudor (sala Carolina) y los madrileños de Parálisis Permanente (Rock-Ola) fue de las que insuflan de moral a nuestra escena.Tenpole Tudor es un grupo respetable que ya estuvo aquí hace un tiempo junto a la última gira Stiff y que ahora sigue siendo muy parecido a sí mismo. El aspecto es punkie y la música un desarrollo apenas desarrollado de los clisés típicos de aquel tinglado. El ruido era persistente, como una cortina sorda, y Eddie Tenpole cantaba con variable gracia y diferentes muecas. Con todo, su concierto resultaba algo tedioso, porque si de algo carece esta buena gente es de canciones decentes o de un propósito claro.

También con aspecto y maneras más o menos punkies se presentaba Parálisis Permanente. Sólo que aquí el desarrollo era bastante más evidente. Parálisis, grupo secundario de Alaska y Los Pegamoides y Gabinete Caligari (hay en él miembros de ambas formaciones) emiten el mismo tipo de sonido, pero, bien sea porque nos venía en castellano, bien porque aquello tenía referencias tanto a Iggy Pop (los ingleses también) como a Kaka De Luxe (los ingleses no), lo suyo resultaba más convincente.

Ninguno pertenecía a ese tipo de grupos complacientes que llenan de nata aquello que tocan, pero lo que en unos era un discurso previsible resultaba en los otros un intento de búsqueda que, ya desde un principio, resultaba apasionante. Y ello se debía, sin muchas dudas, a la complicidad que Parálisis permitía a su público, a una gente que les conoce de mil proezas y que está dispuesta a acompañarles en cualquier nueva aventura. Y es también por eso por lo que el pop-rock español tiene un sentido más allá de la música: consigue identificarse con una base de la que él mismo surge.

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